Juzgar a alguien, especialmente cuando hay un chico involucrado, es una de las cosas más irracionales que hacemos. Nos dejamos llevar por la apariencia o las primeras impresiones, creando una competencia silenciosa que solo alimenta nuestras inseguridades. Sin embargo, cuando te tomas el tiempo de conocer a esa persona, te das cuenta de que puede haber una conexión genuina, más allá de los prejuicios. Lo más curioso es que, a veces, las inseguridades que sentimos vienen por la influencia de un solo hombre, sin que la otra persona siquiera lo sepa. Pero el verdadero problema no radica en el tercero, sino en nuestra propia tendencia a compararnos, a dejar que nuestras inseguridades tomen el control.
Una noche antes, a Kat le había llegado un mensaje de Maddy: alguien había filtrado su video de la fiesta. Ella nunca lo admitió y nadie podía probarlo, pero todos sabíamos que era ella.
El pasillo de la escuela se sentía interminable mientras Kat caminaba, cada paso se hacía más pesado bajo el peso de las miradas que la seguían. Los cuchicheos eran inevitables, las risas ahogadas en cada esquina, y aunque intentaba no mirar a nadie, sentía como si todos sus secretos estuvieran escritos en su frente. Sin poder soportarlo más, se dirigió al baño lo más rápido que pudo, su respiración acelerada mientras se encerraba en uno de los cubículos.
Violet estaba ahí, retocando su maquillaje frente al espejo. Se extrañó al escuchar los sollozos ahogados de Kat y, aunque no la conocía bien, algo en su instinto le dijo que debía esperar. Cuando Kat salió, con el rímel corrido y los ojos llenos de lágrimas, Violet no pudo evitar preguntar:
—¿Estás bien?
Kat la miró con desconfianza. Tenía una perspectiva preconcebida de Violet: la chica nueva, rica y probablemente cruel, como las típicas chicas malas de las películas. Pero, en realidad, Violet no era nada de eso. Era todo lo contrario. Además, Kat recordaba haberla visto en la fiesta, ese momento con Nate, aunque juraba haberla visto irse con Fezco al final de la noche.
—¿Por qué te importa? —respondió Kat, su voz entrecortada, aunque intentando mantener un tono firme.
Violet le dedicó una sonrisa suave, sin rastro de juicio. Vio los extremos de sus ojos irritados, el maquillaje deshecho, y sin decir nada, sacó una pequeña crema Chanel de su bolso y se la ofreció.
—Ponte un poco de esto —le dijo—. Te ayudará con la hinchazón.
Kat la miró, sorprendida por el gesto, y tomó la crema sin saber qué decir. Violet la ayudó a retocar su maquillaje, dándole pequeños consejos mientras la miraba por el espejo. No hubo preguntas incómodas, ni comentarios malintencionados, lo que hizo que Kat se relajara un poco. Sabía que Violet no estaba enterada del escándalo, porque no la miraba con esa mezcla de desprecio y morbo como los demás.
