Kraken - El guardián

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Las olas se rompían con furia contra la orilla rocosa, el viento traía consigo un susurro ominoso que hacía temblar hasta los árboles más viejos. En el horizonte, el cielo se oscurecía con nubes amenazantes, como si la misma naturaleza advirtiera que algo profundo y antiguo se movía bajo la superficie del océano. Nadie hablaba del Kraken sin estremecerse, y aquellos que lo hacían, susurraban como si el mismo monstruo pudiera escucharlos.

Izuku Midoriya observaba el mar desde la cubierta del barco en el que él y su equipo habían sido enviados. Una misión simple, les dijeron: investigar la desaparición de varios barcos pesqueros en la zona. Pero él sabía que no había nada simple en esto. Desde hacía semanas, había estado teniendo sueños extraños, visiones del océano profundo, en las que una voz le susurraba su nombre, llamándolo al abismo.

—¿Otra vez con esa cara de idiota, nerd?

La voz inconfundible de Katsuki Bakugou lo sacó de sus pensamientos. Izuku giró la cabeza para encontrar a su compañero apoyado contra la baranda, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, como siempre. Los ojos rojos de Katsuki parecían aún más intensos bajo la luz tenue de la tormenta que se acercaba.

—¿Qué? —Izuku trató de sonreír, pero sus pensamientos seguían atrapados en las imágenes del Kraken.

—Sabes lo que pienso de esta misión. —Katsuki se acercó, su mirada fija en el horizonte oscuro—. No me gusta. Algo no cuadra.

Izuku asintió. Él tampoco podía negar que había algo inquietante en todo esto. Aunque lo que más le preocupaba era que, por alguna razón, sentía que esta misión estaba entrelazada con su destino, de una forma que aún no podía comprender.

—¿Crees que sea solo una leyenda? —preguntó Izuku, sin apartar la vista del mar.

Katsuki bufó—. Las leyendas son siempre una excusa para que los débiles tengan miedo. Pero... algo está mal aquí, y lo siento en los huesos. Y odio no saber qué es.

Izuku tragó saliva. Él también lo sentía, esa tensión en el aire. No era solo la tormenta que se avecinaba. Era como si el océano en sí estuviera esperando. Pero lo que Katsuki no sabía, lo que Izuku no podía decirle, era que el mar no solo esperaba: lo llamaba a él.

El barco comenzó a mecerse con más fuerza mientras se adentraban en las aguas profundas. Izuku sentía cada movimiento como una llamada lejana, algo que lo arrastraba hacia abajo, hacia el fondo del océano. Había tratado de ignorarlo durante semanas, pero ahora, a medida que se acercaban al epicentro de las desapariciones, esa sensación era imposible de ignorar.

—Mierda... —gruñó Katsuki, clavando su mirada en el agua turbulenta—. Esto no es normal.

Antes de que Izuku pudiera responder, el barco se sacudió violentamente. Ambos perdieron el equilibrio, y Katsuki apenas alcanzó a agarrar a Izuku por el brazo para evitar que cayera al suelo. Los gritos del resto de la tripulación llenaron el aire mientras el barco se inclinaba peligrosamente hacia un lado.

—¡¿Qué demonios está pasando?! —rugió Katsuki, mirando frenéticamente alrededor en busca de una respuesta.

Izuku sintió un frío intenso recorrerle la espalda. El agua, que hasta hacía un momento era solo turbulenta, ahora parecía cobrar vida. Formas oscuras se agitaban bajo la superficie, como si algo gigantesco se moviera debajo de ellos.

—Kacchan... —susurró Izuku, sus ojos fijos en el mar—. Está aquí.

Katsuki frunció el ceño—. ¿Qué diablos estás diciendo, nerd?

Antes de que pudiera explicar, una enorme sombra emergió de las profundidades, levantando el barco casi por completo. Los gritos se intensificaron mientras las cuerdas se soltaban y los barriles rodaban por la cubierta. El Kraken, la bestia de las leyendas, se alzó ante ellos, sus tentáculos envolviendo la embarcación como si fueran serpientes gigantes.

Inktober Bakudeku monsters Donde viven las historias. Descúbrelo ahora