Izuku se encontraba de pie frente a la vieja mansión abandonada, con la piel erizada y los nervios a flor de piel. La casa, cubierta por enredaderas secas y telarañas, llevaba siglos sin ser tocada por manos humanas, o al menos eso era lo que parecía. Se suponía que este lugar contenía las respuestas que buscaba desde que su vida cambió para siempre. La maldición que lo acechaba desde que cumplió los dieciséis lo había traído hasta aquí, y cada paso hacia la casa lo acercaba más a su destino.
Sabía que algo dentro de él estaba cambiando. Sentía los hilos invisibles del destino tirando de él, tejiendo una tela de la que no podía escapar. Los sueños llenos de arañas, las sombras que parecían moverse a su alrededor, todo le indicaba que estaba vinculado a Anansi, el dios araña. Pero no sabía exactamente cómo ni por qué. Solo sabía que estaba siendo observado, acechado.
Entró en la mansión, el crujido de las tablas del suelo resonando en la soledad. El aire era denso, lleno de polvo y secretos antiguos. Avanzó por el vestíbulo, sintiendo cómo las telarañas se pegaban a su piel. Había algo en la oscuridad que lo atraía, una presencia que no podía ignorar. Era como si hubiera nacido para estar allí.
De repente, un ruido a sus espaldas lo hizo girar, su corazón latiendo con fuerza. Se encontró frente a un hombre, alto y musculoso, con una mirada feroz que parecía capaz de atravesar su alma. Su cabello rubio estaba desordenado, y había una cicatriz en su ceja que lo hacía aún más intimidante. Izuku lo reconoció de inmediato. Katsuki Bakugou, el cazador solitario del que había escuchado en rumores, alguien peligroso y temido.
—¿Qué estás haciendo aquí? —gruñó Katsuki, sus ojos centelleando en la penumbra.
Izuku tragó saliva, incapaz de apartar la mirada de los ojos del cazador. Había algo en su presencia que lo hacía sentir pequeño, vulnerable. Pero también había algo más. Una corriente de electricidad que recorría su cuerpo solo por estar cerca de él. No sabía si era miedo o algo más profundo, pero esa intensidad lo hizo estremecerse.
—Estoy buscando respuestas —murmuró Izuku, su voz más firme de lo que esperaba—. Hay algo en este lugar que... que está conectado conmigo.
Katsuki lo observó con desconfianza, pero dio un paso más cerca. Izuku sintió su respiración acelerarse mientras el cazador lo rodeaba con la mirada, evaluándolo como si fuera una presa. Esa intensidad en sus ojos lo desarmaba.
—Esto no es un juego, mocoso —espetó Katsuki, cruzando los brazos—. Hay cosas aquí que no entiendes. Si te metes donde no te llaman, acabarás muerto.
Izuku sintió el calor de la advertencia, pero no retrocedió. Había algo en Katsuki que lo atraía, más allá del peligro. Su fuerza, su determinación... todo en él lo llamaba como una llama para una polilla. Y aunque sabía que estaba caminando sobre terreno peligroso, no podía evitar la sensación de que ambos estaban conectados de alguna manera. Algo profundo e inexplicable.
—No tengo elección —susurró Izuku, sus ojos encontrándose con los de Katsuki—. Estoy vinculado a esto, lo sé.
Katsuki frunció el ceño, y por un momento, pareció dudar. Luego, soltó un gruñido bajo, como si estuviera molesto por la respuesta, pero algo en su expresión cambió. Esa dureza en sus ojos dio paso a algo diferente, una chispa de curiosidad. Katsuki no sabía por qué, pero también sentía esa conexión. Una fuerza invisible que tiraba de él hacia el chico frente a él.
Sin embargo, no estaba dispuesto a admitirlo.
—No eres más que un estorbo —dijo finalmente, con una sonrisa ladeada que no llegaba a sus ojos—. Pero si insistes en morir, adelante. No pienso detenerte.
Izuku sintió el impacto de sus palabras, pero en lugar de sentir miedo, algo más profundo se encendió en su interior. Esa atracción que lo había confundido desde el principio ahora comenzaba a tener sentido. Había algo en Katsuki que lo llamaba, algo que lo hacía querer quedarse, a pesar del peligro.
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Inktober Bakudeku monsters
FanficInktober sobre el Bakudeku en diferente universos, teniendo en cuenta la temática del día. Las imágenes utilizadas no son mías, créditos a sus respectivos dueños. -Nikol