Inktober Bakudeku monsters

Witch - El bosque oscuro

Los rumores sobre la Bruja del Bosque Oscuro habían crecido como una sombra insidiosa en las ciudades aledañas. Según las leyendas, la bruja poseía un poder tan antiguo como la tierra misma, y aquellos que osaban entrar en el bosque nunca regresaban. Nadie sabía su verdadero nombre ni sus intenciones, solo que su magia era indomable.

Katsuki Bakugou, sin embargo, no creía en leyendas.

Su trabajo como cazador del gobierno le había hecho enfrentarse a enemigos mucho más tangibles que un simple mito. Había atrapado magos renegados, bestias encantadas y hasta había sobrevivido a maldiciones que habrían consumido a cualquiera menos a él. Así que cuando se le asignó la tarea de cazar a la infame bruja, no lo pensó dos veces antes de aceptar.

El bosque era denso y lleno de vida silente. Cada rama parecía tener sus propios secretos, y la sensación de ser observado lo seguía desde el momento en que había cruzado el umbral de los árboles. A pesar de la luz del día, una neblina fina cubría el suelo, como si el bosque mismo intentara ocultar lo que se encontraba más allá.

"Esto es una pérdida de tiempo", murmuró Katsuki, pateando una piedra hacia la niebla. Sin embargo, sus instintos le decían que no bajara la guardia. Algo en el aire del bosque se sentía... diferente.

Un sonido seco resonó a su derecha, como el crujir de una rama rota. Katsuki se tensó, girándose con rapidez mientras desenvainaba su espada. La niebla pareció moverse a su alrededor, bailando en patrones extraños.

De repente, una figura apareció entre la bruma, alta y envuelta en una capa negra. Katsuki no dudó. Corrió hacia ella con su espada lista, pero justo antes de que pudiera hacer contacto, la figura desapareció como si nunca hubiera estado ahí.

"¿Qué demonios?" murmuró, frenando su avance y girando la cabeza hacia todas partes.

"Te lo advierto, cazador", una voz suave y peligrosa resonó desde todas las direcciones, como si el bosque mismo hablara. "No eres bienvenido aquí."

Katsuki apretó los dientes, escaneando el área con los ojos entrecerrados. "Muéstrate, bruja. No tengo tiempo para jugar."

De entre los árboles, la figura volvió a aparecer, pero esta vez más cerca. Ahora podía ver su rostro bajo la capucha: ojos verdes como esmeraldas brillaban desde la oscuridad. Aquel no era un rostro que uno asociaría con una bruja aterradora, pero algo en su presencia hacía que todo el cuerpo de Katsuki se tensara. La magia vibraba en el aire alrededor de ese hombre.

"Te lo advertí", dijo la figura, con una voz que, aunque suave, cargaba con una autoridad profunda. "No quiero lastimarte, pero este bosque es mi hogar. Si cruzas más allá, no habrá vuelta atrás."

Katsuki dio un paso hacia adelante, ignorando la advertencia. "No necesito tu permiso."

Izuku Midoriya —el hombre que Katsuki ahora sabía que era la temida "Bruja del Bosque Oscuro"— no parecía alarmarse por la amenaza de Katsuki. En lugar de huir o atacar, simplemente observaba al cazador con una mirada serena y profunda, como si evaluara algo más que su fuerza física.

"Has oído las historias, ¿no?" preguntó Izuku, dando un paso atrás. Las hojas crujieron bajo sus pies, pero la niebla no se dispersaba con su movimiento. "Sobre lo que le pasa a los que vienen a cazarme."

"Las historias son para niños asustadizos", respondió Katsuki, sin dejar de avanzar, aunque notaba que sus pasos se volvían más lentos a medida que la neblina se espesaba. "No soy como los demás."

Izuku dejó escapar un suspiro bajo su capucha. "No lo eres, lo sé." Alzó una mano y, en un instante, el aire pareció cambiar, volviéndose más pesado. "Por eso te estoy dando una última oportunidad para marcharte."