Harpy - Alas

12 2 0
                                    

Katsuki Bakugou siempre había sido conocido por su valentía y poder en el campo de batalla. Su quirk explosivo era legendario, y su nombre resonaba en las calles como el héroe que nunca retrocedía. Pero había algo que le inquietaba, un enigma que llevaba meses en su mente: Midoriya Izuku. Algo había cambiado en el joven héroe desde hacía un tiempo. Se había vuelto más reservado, más callado, y aunque seguía siendo igual de dedicado, había una sombra en su mirada que Bakugou no lograba descifrar.

Aquel día, sin embargo, todo cambió. Katsuki estaba en la azotea de la agencia, tomándose un breve respiro después de una larga misión. La ciudad se veía tranquila desde allí, pero la calma fue rota por un destello de luz en el cielo. Bakugou frunció el ceño, sus sentidos agudizándose al instante. No era un avión ni un villano conocido, sino algo mucho más etéreo. Entonces lo vio: una figura alada, dorada bajo la luz del sol, que volaba con gracia sobre los edificios.

Los ojos de Bakugou se abrieron con sorpresa al darse cuenta de lo que era: una harpy, o al menos algo muy parecido. Las alas de la criatura brillaban en un tono que recordaba al fuego al atardecer, y su vuelo era casi hipnótico. Pero lo que más le desconcertó fue la familiaridad que sentía al observarla. Algo en esa figura le recordaba a...

—¿Deku...? —susurró, incrédulo, mientras sus ojos seguían el movimiento ágil y grácil de la criatura.

La harpy descendió, aterrizando con una delicadeza inaudita en un callejón solitario, y antes de que Katsuki pudiera pensarlo, ya estaba saltando de la azotea, movido por una mezcla de curiosidad y preocupación.

Katsuki aterrizó en el callejón justo a tiempo para ver cómo la figura alada se desvanecía lentamente en la oscuridad. Su corazón latía con fuerza, y su mente trabajaba a toda velocidad. Algo en su interior le decía que estaba a punto de descubrir algo importante. Caminó hacia donde la harpy había aterrizado y escuchó el crujido de pasos.

—¿Quién está ahí? —exigió, sus manos empezando a chisporrotear con pequeñas explosiones.

El silencio fue su única respuesta al principio, pero entonces, una figura emergió de las sombras. Izuku. Con el cabello revuelto y una expresión de culpabilidad en su rostro.

—¿Deku? ¿Qué demonios haces aquí? —preguntó Bakugou, su tono brusco y lleno de confusión.

Izuku evitó su mirada por un momento, como si estuviera debatiendo consigo mismo si debía decirle la verdad o no. Finalmente, soltó un suspiro tembloroso y alzó la vista.

—Kacchan... necesito explicarte algo.

Bakugou dio un paso adelante, impaciente. No le gustaba cómo sonaba eso, ni la forma en que Izuku parecía estar cargando con un peso invisible. Quería respuestas, y las quería ya.

—¿Qué es lo que no me has dicho? —exigió Katsuki, con los puños apretados.

Izuku respiró hondo, y por un instante, sus ojos brillaron con un tono dorado, algo que Katsuki jamás había visto en él.

—Kacchan... yo... No soy solo un humano. Mi quirk es más de lo que todos creen. Puedo... transformarme en una harpy —dijo Izuku con la voz baja, pero firme.

El silencio que siguió fue tan denso que parecía sofocar todo a su alrededor. Katsuki lo miró, desconcertado.

—¿Una... harpy? —repitió, incrédulo. Entonces todo encajó: las alas doradas, el vuelo majestuoso. Su mente procesaba la información, pero algo en su interior se negaba a aceptarlo del todo. Izuku, su Deku, ocultando algo tan importante durante tanto tiempo.

—¿Por qué no me dijiste antes? —gruñó Bakugou, frustrado y herido a la vez. La traición le calaba hondo.

Izuku bajó la cabeza, con los ojos llenos de arrepentimiento.

—Tenía miedo, Kacchan. Miedo de lo que pensarías, de cómo reaccionarías. No quería perderte... no quería que me vieras como un monstruo.

El pecho de Katsuki se apretó al ver la vulnerabilidad en los ojos de Izuku. La frustración seguía bullendo en su interior, pero una parte de él no podía ignorar el hecho de que Izuku había guardado este secreto por miedo a su reacción. Y maldita sea, ¿por qué le dolía tanto eso?

—Idiota... —murmuró, su voz más suave de lo que había sido en años—. ¿De verdad crees que me importaría algo así? ¿Crees que soy tan superficial?

Izuku levantó la vista lentamente, sus ojos verdes brillando con una mezcla de sorpresa y esperanza.

—¿No te importa? —preguntó con incredulidad, como si no pudiera creer lo que acababa de escuchar.

Katsuki bufó, cruzando los brazos frente a su pecho.

—No me malinterpretes, me jode que me hayas ocultado algo tan importante. Pero... —vaciló por un momento, sintiendo cómo la tensión entre ellos aumentaba—. No te veo como un monstruo, Deku.

Izuku lo observó con los ojos muy abiertos, su respiración entrecortada. Katsuki dio un paso más hacia él, acortando la distancia entre ambos. Las chispas de su quirk se apagaron, y ahora lo único que quedaba era el calor que emanaba de sus cuerpos tan cerca el uno del otro.

—Siempre has sido un maldito nerd molesto, pero sigues siendo tú, ¿no? —continuó Katsuki, su tono bajo y profundo—. No importa en qué te conviertas. Sigues siendo mi rival, el maldito nerd que siempre está en mi camino.

Izuku tragó saliva, su pecho subiendo y bajando con rapidez. La cercanía entre ambos era electrizante, y la tensión entre ellos se podía cortar con un cuchillo.

—Kacchan... —susurró Izuku, su voz temblorosa—. Lo siento tanto. Nunca quise ocultártelo... simplemente no sabía cómo.

Katsuki lo miró intensamente, sus ojos rojos fijos en los de Izuku. Un silencio cargado de emociones se instaló entre ellos, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad.

—Deku, eres un idiota, pero eres mi idiota —gruñó Katsuki, antes de tomar a Izuku del brazo y atraerlo hacia él de un tirón.

Izuku cayó contra el pecho de Katsuki, y por un momento, ambos se quedaron inmóviles, con sus respiraciones mezclándose en el aire frío de la noche. Katsuki podía sentir el latido acelerado de Izuku contra su propio pecho, y algo en su interior se desmoronó.

Sin pensar más, Katsuki acercó su rostro al de Izuku, hasta que sus labios casi se rozaron. La tensión que habían acumulado a lo largo de los años explotó en un instante. Katsuki cerró los ojos y, finalmente, dejó que el impulso tomara control.

Sus labios se encontraron en un beso lleno de pasión contenida. El roce suave y luego más firme de sus bocas hacía que el aire a su alrededor vibrara. Izuku soltó un pequeño jadeo, aferrándose a la chaqueta de Katsuki como si temiera que se desvaneciera.

Cuando se separaron, ambos respiraban con dificultad, pero ninguno de los dos se alejó. Los ojos de Izuku brillaban de emoción, y Katsuki sintió una extraña calidez en su pecho, algo que no podía explicar del todo.

—Kacchan... —susurró Izuku, una sonrisa temblorosa en sus labios—. Gracias.

Katsuki bufó, desviando la mirada como si quisiera ocultar lo que realmente sentía.

—Tch. No te pongas sentimental, nerd —murmuró, pero el leve sonrojo en sus mejillas lo delataba—. Esto no cambia nada. Aún pienso que eres un maldito fastidio.

Izuku rió suavemente, sus alas brillando a la luz de la luna.

—Y yo sigo pensando que eres increíble, Kacchan —dijo con una voz suave, pero llena de convicción.

Ambos se quedaron así, en ese instante suspendido en el tiempo, sabiendo que habían cruzado una barrera que ya no podrían ignorar. Y aunque el mundo a su alrededor seguía girando, lo único que importaba era que, al final, se habían encontrado el uno al otro, más allá de cualquier secreto o monstruo.

————
Es corto lo se, pero es que como meto algo así a una historia, ta feo, sin ofender a aquellos que les parece lindo, pero igual no sabía cómo hacerlo en historia. Es que yo escogí esa foto porque me pareció linda, yo no leí el contenido, y ahora que voy leyendo y escribiendo me estoy creando reverendo problema al no saber cómo meter esas cosas en las historias 😂 así que nuevamente discúlpenme por lo corto pero toca 😁

Inktober Bakudeku monsters Donde viven las historias. Descúbrelo ahora