Siren - El canto del abismo

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El sonido del mar siempre había sido un consuelo para Izuku Midoriya. Las olas rompiendo contra las rocas, el viento agitando el agua en remolinos que brillaban bajo el sol de la tarde, y el olor a sal en el aire le recordaban su hogar, su vida tranquila como pescador en el pequeño pueblo costero. Sin embargo, en las últimas semanas, algo había cambiado. Una inquietud constante lo envolvía cada vez que se acercaba al puerto, como si el mar ya no le perteneciera.

—No deberías salir hoy, Izuku —le advirtió su madre esa mañana, mirando con preocupación las nubes oscuras que se formaban en el horizonte—. Dicen que cuando el cielo está así, las sirenas se acercan a la costa.

Izuku solo sonrió y negó con la cabeza, acostumbrado a las supersticiones del pueblo. Las historias sobre sirenas que arrastraban a los marineros a las profundidades con sus cantos eran parte del folclore local, pero él no creía en esas leyendas. "Son solo cuentos para asustar a los niños", pensaba cada vez que alguien hablaba de las criaturas marinas.

—Estaré bien, mamá —le aseguró, ajustando la capucha de su impermeable antes de salir hacia el puerto—. Solo será un viaje corto. Necesito revisar las redes.

Sin embargo, al estar en su bote, a solas en el vasto océano, algo parecía diferente. El viento soplaba más fuerte de lo habitual, y la marea era más traicionera. Pero lo más desconcertante era la sensación en el aire, como si el mar mismo estuviera esperando algo.

Izuku estaba recogiendo las redes cuando lo escuchó por primera vez. Un canto suave, casi imperceptible, que parecía surgir de lo más profundo del agua. Se detuvo, congelado, con la mirada fija en el horizonte. No podía ver a nadie. Estaba solo en el océano, pero la melodía seguía, envolviendo sus pensamientos, como si estuviera dirigida a él y solo a él.

El canto era hipnótico, y antes de que se diera cuenta, sus manos habían soltado las redes, y su cuerpo se inclinaba hacia el agua, como si algo invisible tirara de él. Su corazón latía con fuerza, y su mente trataba de resistir, pero sus músculos se relajaban bajo el poder de aquella voz. Sin darse cuenta, cayó por la borda, hundiéndose en el agua fría y oscura.

El pánico lo envolvió de inmediato. Intentó nadar hacia la superficie, pero algo le impedía moverse. Era como si el agua lo atrapara, y por primera vez en su vida, sintió el terror de morir ahogado. Pero, de repente, una mano fuerte lo agarró, y lo siguiente que supo fue que estaba siendo arrastrado hacia arriba con una fuerza sobrehumana.

Cuando Izuku emergió, tosiendo y jadeando por aire, sus ojos apenas podían enfocar por el agua salada. Vio una figura borrosa frente a él, y cuando finalmente sus ojos se aclararon, su corazón se detuvo.

Delante de él, flotando en el agua, estaba un hombre, o al menos eso parecía a primera vista. Pero no era un hombre común. Tenía ojos dorados brillantes, y su piel era de un tono extrañamente pálido, con escamas que relucían bajo la tenue luz del atardecer. Lo más aterrador, sin embargo, eran sus garras y una cola poderosa que se agitaba bajo el agua.

Izuku intentó alejarse, pero el ser lo mantenía firmemente con una mano, mirándolo con una mezcla de desdén y curiosidad.

—¿Qué haces en mi mar, humano? —su voz era grave, llena de desprecio—. ¿Acaso quieres morir?

Izuku apenas podía hablar, el miedo lo paralizaba. Pero entonces recordó el canto. Había sido él quien lo atrajo al agua, y ahora lo sostenía con la misma facilidad con la que un niño atraparía un pez.

—Yo... solo estaba revisando las redes —logró decir con la voz temblorosa, su mente luchando por comprender lo que estaba viendo.

El ser lo soltó bruscamente, dejándolo flotar en el agua mientras lo observaba con ojos afilados.

Inktober Bakudeku monsters Donde viven las historias. Descúbrelo ahora