ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 4

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Capítulo 4:
"El peso de la pole"

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El bullicio del paddock seguía vibrando con energía tras la clasificación. Emilia caminaba lentamente hacia los garajes, pero su mente estaba aún atrapada en las palabras de Max. Sentía una extraña mezcla de alivio y tensión. Max le había dado una promesa de estabilidad, pero su propia inseguridad no le permitía abrazar del todo esa seguridad. Sabía que el mundo del automovilismo no ofrecía garantías.

Mientras avanzaba, Emilia fue interrumpida por una mano que se posó suavemente en su hombro. Se dio vuelta, encontrándose con Sophie, la directora de relaciones públicas de Red Bull, quien le sonrió con empatía. Ellas habían sido buenas amigas en un tiempo, pero Emilia había tomado distancia con todos luego del incidente.

-Te vi hablando con Max -comentó Sophie, con su característico tono suave pero profesional-. ¿Estás bien?

Emilia respiró hondo antes de responder.

-Más o menos -dijo, con una sonrisa forzada-. Es difícil estar aquí, pero trato de mantenerme fuerte.

Sophie asintió, su expresión comprensiva. Había trabajado con muchos pilotos y había visto de cerca cómo este deporte afectaba a las personas cercanas a ellos. Sabía lo que Emilia estaba atravesando.

-Entiendo -dijo Sophie-. Sé que es duro. La Fórmula 1 puede ser tan hermosa como brutal, pero Max te aprecia mucho. Lo noto. Es bueno que se tengan el uno al otro.

Emilia asintió, sin saber exactamente cómo responder. Sophie le dio una caricia en el brazo antes de regresar a su trabajo, dejándola sola con sus pensamientos una vez más.

Los pensamientos de Emilia se interrumpieron cuando su teléfono vibró en su bolsillo. Era un mensaje de Max.

"Nos vemos esta noche en el hotel. Te prometo que todo estará bien. 😊"

Su corazón se aceleró un poco al leer el mensaje. Max siempre encontraba la manera de hacer que las cosas parecieran más ligeras, menos pesadas. Aunque ella seguía lidiando con el miedo, había algo en su forma de ser que la hacía sentir menos sola en su lucha.

Pero mientras guardaba el teléfono, Emilia se dio cuenta de que, aunque Max era una fuente de consuelo, también lo era de conflicto interno. El miedo a perder a alguien más la abrumaba. Se dirigió a la terraza del paddock, buscando un lugar para aclarar su mente antes de la carrera del día siguiente.

Las vistas desde la terraza eran impresionantes. Podía ver el puerto de Mónaco, los lujosos yates alineados, y más allá, el brillante mar Mediterráneo. Emilia se dejó llevar por la tranquilidad del paisaje, aunque su mente seguía inquieta.

Se quedó un rato allí, observando cómo el sol comenzaba a ponerse, cuando una figura apareció a su lado. Era Lando Norris, otro piloto, y uno de los amigos más cercanos de Max y Marco. Lando la saludó con una sonrisa amistosa.

-Hey, Emi, ¿disfrutando de las vistas? -preguntó Lando mientras se apoyaba en la barandilla a su lado.

-Sí, son increíbles -respondió ella, aunque no del todo presente.

Lando la observó por un momento antes de hablar de nuevo.

- Sé que estar aquí debe ser difícil para ti -dijo con sinceridad-. Marco era uno de los buenos. Lo siento mucho.

El nombre de Marco volvió a golpearla como una ola. Pero esta vez, Emilia asintió, aceptando el dolor en lugar de huir de él.

-Gracias, Lando -dijo, sin apartar la vista del horizonte-. Sí, ha sido difícil, pero estoy aprendiendo a vivir con ello.

Lando asintió, comprendiendo.

-Te extrañé, Emi -se animó a soltarlo finalmente.

Emilia lo miró con pena en sus ojos. Ella también lo había extrañado.

Lando y ella fueron muy cercanos debido a la gran amistad que el piloto llevaba con su novio. Solían salir juntos a fiestas y pasársela pegados, como dos chicles, en cada reunión que coincidían. Emilia recordó lo mucho que les gustaba salir a merendar, y que, desde hace 3 meses, no lo habían hecho más. Todo por su culpa. Por alejarse de las personas que amaba, centrándose únicamente en su dolor.

-Yo también te extrañé, Lan. -su voz se quebró. - Lo siento, por alejarme de ti. No merecías eso, fui una egoísta.

Lando no dudó en tirarse y abrazarla fuertemente, como tantas veces lo habían hecho.

-No tienes que disculparte, Emi. Estás pasando por un momento muy difícil, y entiendo por qué te alejaste. Necesitabas espacio y tiempo, para sanar y olvidarlo todo.

-No fue justo, tú también sufriste. -la chica trataba de contener sus lágrimas, refugiándose en el abrazo. - Perdiste a tu mejor amigo, Lando.

-Y tu perdiste al amor de tu vida.

Y para ese punto, las lágrimas que había estado aguantando, se derramaron sobre sus mejillas. Una tras otra, sin intenciones de secarse.

Emilia abrazó el cuerpo de Lando más fuerte, apoyando su cabeza en el pecho del contrario. Lo había necesitado tanto. Lando también a ella. Emilia se había convertido en una hermana para él, al igual que Marco. Eran su familia.

-No vuelvas a alejarme, Emi -le pidió en un susurro.

Emilia se separó para poder mirarlo a los ojos.

-No lo haré. Lo prometo -le aseguró.

Lando volvió a abrazarla, pero esta vez fue uno corto que no duró tanto como el anterior.

-Max es un buen tipo. Cuida de los que le importan. Si hay alguien en quien puedes confiar en esta locura de mundo, es en él.

Emilia sonrió suavemente. Sabía que, en algún momento, el chico saldría con aquel tema.

-Lo sé. Solo que... estar aquí trae tantas emociones.

Lando se encogió de hombros, con una mirada más seria de lo que era habitual en él.

-Es parte del riesgo. Todos nosotros, los pilotos, sabemos lo que puede pasar, pero lo hacemos porque amamos esto. Pero te aseguro que Max está totalmente enfocado en ganar, y en cuidarse a sí mismo y a ti.

Emilia suspiró. Sabía que Lando tenía razón, pero el miedo seguía ahí, persistente.

-Gracias, Lando. De verdad.

El piloto sonrió, dándole un pequeño abrazo junto a un dulce beso en su frente antes de alejarse para prepararse para la carrera del día siguiente.

La noche cayó sobre Mónaco, y Emilia regresó al hotel para encontrarse con Max. Sabía que la carrera de mañana sería decisiva. Max había conseguido la pole, pero la carrera en sí siempre traía sorpresas. El miedo persistía, pero la promesa de Max de estar a su lado, y las palabras de Lando y Sophie, le dieron la fuerza para seguir adelante.

Al entrar en el vestíbulo del hotel, Max ya la estaba esperando. Su sonrisa la tranquilizó de inmediato, y cuando se acercó para abrazarla, Emilia sintió que, aunque su corazón seguía temblando, había encontrado un ancla en medio de la tormenta.

-Mañana será un gran día -susurró Max, mirándola a los ojos.

Emilia asintió, dejando que sus miedos se disiparan, aunque fuera solo por esa noche.

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Renacer En La Velocidad | Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora