Renacer En La Velocidad | Max Verstappen

ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 25



Capítulo 25:
Sombras del Pasado

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El comedor estaba lleno de silencios tensos, rotos solo por el leve sonido de los cubiertos sobre los platos. Jos, el padre de Max, había llegado hacía apenas unos minutos, pero su presencia había transformado el ambiente. Max y Emilia estaban sentados uno junto al otro, sus manos entrelazadas bajo la mesa. Sophie y Victoria, la madre y hermana de Max, observaban con cautela, como si pudieran sentir que algo estaba a punto de estallar.

Jos, con su usual tono directo, no tardó en traer a colación el tema que más incomodaba a Max y Emilia.

—He oído muchas cosas —empezó Jos, clavando su mirada en Max—, sobre cómo van las cosas en el equipo. Me sorprendió que Checo entrara tan rápido después de lo que pasó con Marco.

Max sintió que todo su cuerpo se tensaba, y Emilia bajó la mirada, tratando de controlar su respiración. Sabía que este tema no traería nada bueno. El nombre de Marco todavía la hacía tambalear emocionalmente.

Max no podía creer que, de todos los temas de los que podría hablar, justo tocaba ese. Pero también sabía que su padre lo hacía con consciencia, porque, por alguna razón, le gustaba verlo roto. Aunque Max no sabía por qué.

—Papá, no es el momento para hablar de esto, luego lo hablaremos —respondió Max, apretando ligeramente la mano de Emilia en un gesto de apoyo. Intentó mantener la calma para no alterar a su familia.

Pero Jos no estaba dispuesto a dejarlo ahí.

—¿Por qué luego? Podemos hacerlo ahora. No estoy criticando tu carrera, Max, pero hay que reconocer que esto ha sido… repentino. Marco era tu amigo, y ahora… —Jos hizo una pausa dramática, sus ojos se movieron hacia Emilia—, es como si nada hubiera pasado. Quiero decir, Emilia, era tu pareja, ¿no? Y ahora estás aquí con Max, como si... como si nada hubiera cambiado. Cómo si Max fuera un reemplazo.

El silencio en la mesa se volvió insoportable. Emilia sintió una oleada de furia y tristeza mezclada. Sus manos comenzaron a temblar, pero Max no la soltó. La mirada de Jos era dura, como si realmente creyera que ella y Max habían traicionado la memoria de Marco.

—Él no lo es... —dijo Emilia a penas. Los nervios y el enojo le estaban jugando una mala pasada.

—¿No? Pues no lo parece... —Jos insistió una vez más.

—¡Basta, papá! —Max explotó, su voz más alta y más dura de lo que pretendía—. No sabes lo que estás diciendo. Marco era mi amigo, pero lo que pasó no tiene nada que ver con Emilia y conmigo. No puedes hacer este tipo de acusaciones.

—¿Acusaciones? —Jos se inclinó hacia adelante, sus ojos entrecerrados—. Solo digo lo que todo el mundo está pensando, Max. Estás con la novia de tu mejor amigo apenas meses después de su muerte. ¿Cómo crees que eso se ve desde fuera? ¿Cómo crees que lo vería Marco?

Esas palabras fueron el golpe final para Emilia. Se levantó abruptamente de la mesa, sintiendo que el aire se volvía pesado y sus emociones se desbordaban. Disculpándose, salió rápidamente del comedor. Max, arrastrando su silla con fuerza y levantándose de ella, la siguió de inmediato, dejando a su familia boquiabierta y a su padre aún inmerso en su juicio.

Sophie, que había estado conteniendo su irritación, fue la primera en reaccionar.

—¡Jos! —gritó, claramente furiosa—. ¿Qué demonios te pasa? ¿Cómo te atreves a decir algo así? Emilia ha sido increíble con todos nosotros, y tú… ¡acabas de arruinar todo!