Capítulo 6:
"El resplandor después de la tormenta"▄▀▄▀▄▀▄★▀▄▀▄▀▄▀
El bullicio de la celebración seguía resonando en los pasillos del paddock, pero para Emilia, el tiempo parecía haberse detenido en ese abrazo. Sentía el latido del corazón de Max contra su pecho, su respiración aún agitada tras la carrera. Todo el caos que los rodeaba, los aplausos, los fuegos artificiales, se desvaneció. Solo estaban ellos, en medio de un triunfo que era mucho más que una victoria en la pista.
Max se separó ligeramente, mirándola a los ojos con una sonrisa que, a pesar del agotamiento, seguía irradiando energía. Sus manos permanecieron en las de ella, como si no quisiera soltarla. Había algo más profundo en ese gesto, algo no dicho, pero comprendido.
—Gracias por estar aquí —dijo en voz baja, apenas audible entre los vítores de su equipo.
Emilia asintió, sabiendo que ese "gracias" era por mucho más que su presencia física. Era por el apoyo emocional, por haberle dado una razón más para correr, una razón que iba más allá de la velocidad y la adrenalina. Max había estado lidiando con sus propios demonios desde la muerte de Marco, y estar allí, juntos, significaba que ambos habían encontrado algo que les daba fuerza.
—No habría estado en otro lugar —respondió ella, intentando contener las lágrimas que, esta vez, eran de alivio y alegría.
Un miembro del equipo de Red Bull interrumpió el momento, recordándole a Max que tenía que asistir a la ceremonia del podio. Max asintió rápidamente, dándole una última mirada a Emilia antes de ser llevado hacia la gloria.
Emilia lo siguió con la mirada mientras caminaba hacia el podio, rodeado de cámaras y periodistas. La multitud rugía de emoción cuando Max subió al primer escalón, levantando el trofeo con ambas manos mientras las luces de los fuegos artificiales iluminaban el cielo. El champán estalló y la lluvia de burbujas lo empapó, pero Max apenas se inmutó, su mirada fija en el trofeo, como si aún no pudiera creerlo.
Desde su lugar, Emilia sonrió. Verlo allí, victorioso y lleno de vida, era todo lo que necesitaba para calmar sus temores. Marco siempre había dicho que las carreras eran una danza peligrosa, pero hoy, por primera vez, Emilia sintió que quizás no todo estaba fuera de su control. Tal vez, después de todo, podía haber un final feliz en este mundo de velocidad y peligro.
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Después de la ceremonia, Max y Emilia finalmente lograron escapar de la multitud. Tomaron un pequeño bote que los llevaría a un yate en el puerto, propiedad de uno de los patrocinadores de Red Bull. El ambiente en el yate era tranquilo en comparación con la locura del circuito. Era como si el mundo exterior hubiera quedado atrás, y ahora solo quedara la calma del Mediterráneo.
Emilia se sentó en la proa, dejando que la brisa del mar le despeinara el cabello. El agua del puerto reflejaba las luces de Mónaco, creando un espectáculo de colores que parpadeaban en la superficie.
Max apareció detrás de ella, con una copa de champán en la mano. Le ofreció una y se sentó a su lado, ambos en silencio por un momento, disfrutando de la serenidad que los envolvía.
—Siempre me ha gustado este lugar —dijo Max, rompiendo el silencio—. Mónaco tiene algo mágico, pero después de hoy, lo veo diferente.
Emilia lo miró, curiosa.
—¿Diferente cómo?
Max sonrió, tomando un sorbo de su copa antes de responder.
—No sé... antes, las victorias eran solo eso, victorias. Hoy sentí que corría por algo más. Algo más importante.
Su mirada se encontró con la de Emilia, y ella sintió que su corazón se aceleraba de nuevo, pero esta vez no era por miedo.
—¿Algo más importante? —preguntó ella suavemente, jugando con el borde de su copa.
Max la observó, sus ojos azules reflejando las luces distantes del puerto. Se inclinó un poco más cerca, su voz baja y sincera.
—Tú. Corría por ti, Emilia.
Las palabras la tomaron por sorpresa, pero no porque no las hubiera intuido antes. Desde que habían empezado a acercarse, había sentido cómo algo entre ellos iba creciendo, algo que había sido imposible ignorar. Sin embargo, escuchar a Max decirlo en voz alta hacía que todo cobrara un nuevo significado.
—Max, yo… —comenzó a decir, pero las palabras se le quedaron atascadas en la garganta.
Él sonrió suavemente, inclinándose más cerca.
—No tienes que decir nada ahora, Emilia. Lo que sea que pase, estoy aquí, y no tengo prisa. Solo quería que lo supieras.
El silencio entre ellos fue cálido, lleno de entendimiento. La distancia que habían recorrido, tanto literal como emocionalmente, los había llevado a este momento. Y aunque el futuro era incierto, Emilia supo en ese instante que ya no estaba sola en ese viaje. Max estaba dispuesto a caminar a su lado, sin importar lo que viniera.
Se quedó mirando las luces del puerto, pero ahora con una nueva sensación en su pecho: esperanza. La sombra de Marco aún estaba presente, pero ahora no era una carga que tuviera que cargar sola. Había encontrado en Max una especie de luz en medio de la oscuridad.
—Max, gracias por no rendirte conmigo —dijo finalmente, con la voz entrecortada por la emoción—. No sé a dónde nos llevará esto, pero me alegra que estés aquí.
Max no dijo nada, solo la rodeó con su brazo, atrayéndola hacia sí mientras el sonido del agua golpeando suavemente el bote les daba una melodía tranquila.
Y así, bajo el cielo estrellado de Mónaco, mientras las luces brillaban en la distancia y el suave vaivén del mar los mecía, Emilia supo que, después de todo, estaba lista para seguir adelante. Y con Max a su lado, por primera vez en mucho tiempo, el futuro no parecía tan incierto ni aterrador.
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Renacer En La Velocidad | Max Verstappen
Fanfiction-★ En un mundo donde el amor y la pérdida se entrelazan, una cantante regresa a la pista de carreras que marcó su vida. Después de tres meses de duelo por su novio, un piloto que perdió la vida en un trágico accidente, enfrenta sus recuerdos en un t...