-★ En un mundo donde el amor y la pérdida se entrelazan, una cantante regresa a la pista de carreras que marcó su vida. Después de tres meses de duelo por su novio, un piloto que perdió la vida en un trágico accidente, enfrenta sus recuerdos en un t...
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Capítulo 34: Entre Sombras y Luz
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El hospital estaba en silencio, un lugar donde el tiempo parecía congelarse en una espera interminable. Los pasillos apenas iluminados y el murmullo constante de los monitores creaban una atmósfera de tensión y desasosiego, en la que cada segundo se sentía eterno. Fuera de la habitación de Max, la familia y los amigos se reunían, esperando cualquier señal de mejora. La incertidumbre pesaba como una sombra que los envolvía a todos.
Emilia estaba sentada en una silla junto a la cama, con los ojos hinchados y las manos temblorosas. No se había apartado de su lado desde que lo trajeron al hospital, aferrándose a la esperanza de que despertara, de que le diera alguna señal de que seguía ahí, luchando por regresar. La madre de Max, Sophie, y su hermana, Victoria, observaban a Emilia con creciente preocupación. Ambas notaban la desesperación en su mirada, el dolor de verla enfrentarse a una pérdida que parecía resonar en su propia historia.
Victoria se acercó y le acarició la espalda con ternura, intentando ofrecerle consuelo. A lo largo de los años, había llegado a conocer a Emilia, detrás de una pantalla como fan, pero pudo ver cómo el sufrimiento la devastaba y rompía su corazón.
—Emi, ¿quieres tomar un poco de agua? —le ofreció en voz baja, tratando de apartar el miedo de su propio rostro.
Emilia negó con la cabeza, sin despegar la vista de Max. Su respiración era débil, y el solo hecho de verlo así la llenaba de una angustia indescriptible. No podía dejar de pensar en las últimas palabras que le había dicho, en cómo él había prometido que todo estaría bien, que regresaría, y ahora, todo parecía colapsar.
Sophie, la madre de Max, miraba a Emilia con compasión. Conocía el dolor que Emilia sentía, entendía el temor que la consumía, y sabía que la relación entre Max y ella había crecido de una forma silenciosa, casi mágica, algo que ella misma había visto florecer a lo largo del tiempo. Sophie se sentía aliviada al saber que Max había encontrado a alguien como Emilia, y ahora estaba decidida a estar para ella.
Pero entonces, la calma en el ambiente se rompió con la entrada de Jos, el padre de Max, quien no había disimulado nunca su desdén hacia Emilia. Con el rostro tenso y un rictus de enfado que aumentaba con cada segundo de espera, Jos comenzó a hablar, sus palabras cargadas de una amargura que no ocultaba.
—Todo esto… —empezó a decir, con la voz baja pero firme, clavando los ojos en Emilia—. Si no fuera por ti, si no le hubieras llenado la cabeza con tus dramas y distracciones, Max estaría aquí, enfocado, como siempre lo estuvo.
Emilia levantó la vista, sin poder creer lo que escuchaba, su rostro palideció y sus labios temblaron. Sophie se giró rápidamente hacia su ex esposo, con una expresión de incredulidad que pronto se transformó en ira.
