ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 13

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Capítulo 13:Un regreso inesperado

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Capítulo 13:
Un regreso inesperado

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Los días que siguieron al día en la costa fueron un constante ir y venir de emociones para Emilia. Había comenzado a reconectar con la música, retomando lentamente las notas y las letras que habían permanecido en silencio durante tanto tiempo. El canto, como había esperado, resultó ser un bálsamo. Las melodías que fluían de sus labios le ofrecían una vía para canalizar el dolor, el amor y la nostalgia que aún la envolvían. Claramente no había dejado de lado al holandés, porque lo había acompañado a todas las carreras, sin falta.

Max, por su parte, se mantuvo firme a su lado. Aunque su vida seguía girando en torno a las pistas de carreras, siempre encontraba la manera de estar con Emilia. Cada vez que la veía tocar su guitarra o componer una nueva canción, sabía que ella estaba en el camino correcto hacia la sanación, aunque el proceso fuera lento y lleno de altibajos.

Un día, mientras practicaba una de las canciones nuevas que había escrito, su teléfono vibró sobre la mesa de la sala. Al mirar la pantalla, Emilia sintió cómo su corazón se detenía por un segundo: era un mensaje de Max.

"Tengo algo importante que decirte. ¿Puedes venir al paddock mañana?"

Emilia no estaba segura de lo que podría ser, pero el tono del mensaje de Max, aunque amistoso, le indicaba que algo importante estaba por suceder. Esa noche, apenas pudo dormir, con una mezcla de ansiedad y curiosidad carcomiendo su mente. ¿Qué podría ser tan urgente que Max necesitara verla justo antes de otra carrera?

A la mañana siguiente, llegó al paddock. La tensión en el aire era palpable, como siempre antes de una carrera importante, pero esta vez sentía que algo más la rodeaba. Max la estaba esperando junto a su equipo, y cuando la vio, le ofreció una sonrisa tranquilizadora, aunque sus ojos delataban una seriedad inusual.

—Gracias por venir, Emi —dijo Max mientras la guiaba hacia una zona más tranquila, lejos de la atención de los medios—. Hay algo que debes saber. Algo que ha estado rondando en mi cabeza por un tiempo, y no quería que te enteraras por otros.

Emilia frunció el ceño, sintiendo cómo su pecho se llenaba de una inquietud que no podía explicar.

—¿Qué pasa, Max? Me estás asustando.

Max tomó una respiración profunda, y por primera vez desde que se conocían, parecía que no encontraba las palabras adecuadas para empezar.

—Sé que has estado lidiando con lo de Checo... —comenzó, eligiendo sus palabras con cuidado—. Y quiero que sepas que, de alguna manera, lo que voy a decir está relacionado con eso.

Emilia sintió una ráfaga de preocupación atravesarla. El tema de Checo siempre era delicado, pero había aprendido a contener su reacción después de aquel estallido. Sin embargo, algo en la manera en que Max hablaba le hizo sentir que la conversación iba mucho más allá de eso.

—El equipo ha tomado una decisión importante —dijo Max finalmente, mirando a Emilia a los ojos—. Y es algo que afecta directamente a Red Bull, y a ti también.

El silencio entre ellos era espeso, hasta que Max finalmente soltó la verdad que había estado guardando.

—Checo va a firmar un contrato permanente. Será el piloto oficial de Red Bull para las próximas temporadas. No hay vuelta atrás.

Las palabras resonaron en la mente de Emilia como un golpe sordo. Aunque había tratado de prepararse mentalmente para este momento, el escuchar que Checo reemplazaría oficialmente a Marco, y por tanto ocuparía su lugar en la escudería a largo plazo, fue demasiado.

De repente, todo el progreso que había logrado en las últimas semanas pareció desvanecerse. La habitación comenzó a cerrarse alrededor de ella, y antes de que pudiera detenerse, las lágrimas que había contenido durante tanto tiempo comenzaron a brotar.

—¿Cómo pueden hacer esto? —soltó Emilia, su voz temblando—. Es como si nunca hubiera existido para ellos, Max. Marco se fue, y simplemente lo reemplazaron como si no fuera nada. ¡No es justo!

Max la miró, con su rostro lleno de compasión y comprensión. Sabía que, en ese momento, Emilia no estaba lista para escuchar razones lógicas. Su corazón estaba roto, y la realidad del deporte era brutal. Pero también sabía que, para ayudarla a sanar de verdad, necesitaba que viera el panorama completo, sin que la ira y el dolor la consumieran.

—Lo sé, Emi —dijo Max en voz baja, acercándose a ella—. Sé que es doloroso, y créeme, todos extrañamos a Marco. Pero el equipo tiene que seguir adelante. Es el mundo en el que vivimos, por más cruel que parezca. No están olvidándolo, Emilia. Nadie lo está haciendo. Solo están intentando sobrevivir en un deporte que nunca se detiene.

Emilia sacudió la cabeza, retrocediendo un paso.

—¿Sobrevivir? ¡Marco murió en uno de esos autos Max! Y ahora Checo solo... se sube como si no hubiera pasado nada. No puedo soportarlo.

Max se acercó de nuevo, tomando sus manos con firmeza, pero también con delicadeza.

—Tienes razón. No es justo, y no es fácil. Pero también sé que Marco no querría que te sintieras así. Él sabía que este era un mundo despiadado, pero lo amaba de todas formas. Y si estuviera aquí ahora, te diría que no te aferres al pasado. Te diría que sigas adelante, no por él, sino por ti.

Las palabras de Max perforaron la muralla de dolor que Emilia había construido alrededor de sí misma. Su pecho se agitaba, las lágrimas seguían cayendo, pero de alguna manera, en medio de la tormenta, las palabras de Max encontraron un pequeño rincón de paz dentro de ella.

—No estoy diciendo que sea fácil —continuó Max, su voz suave pero cargada de emoción—. Lo que te pido es que no te consumas con esto. Checo no está aquí para reemplazar a Marco. Nadie puede hacer eso. Él solo está aquí para hacer lo que Marco amaba hacer: correr. Y tú, Emi, tú también tienes que encontrar lo que amas hacer de nuevo. No puedes dejar que este dolor te quite todo lo que eres.

Emilia se quedó en silencio, con las manos de Max aún entrelazadas con las suyas. Por primera vez, las palabras comenzaron a asentarse en su mente de una manera diferente. Tal vez no se trataba de aceptar la ausencia de Marco como algo definitivo, sino de entender que su legado no se borraba con el tiempo o los contratos. Su vida seguía presente en aquellos que lo recordaban, en la forma en que había tocado las vidas de todos, incluida la suya.

—Max... —murmuró finalmente, con la voz rota—. Tienes razón. Pero no sé si estoy lista para seguir adelante.

Max sonrió, con una calidez que la reconfortó.

—No tienes que estarlo hoy, ni mañana. Lo único que te pido es que no te cierres a la posibilidad. Vivir es difícil, pero también puede ser hermoso. Y Marco querría que vivieras con todo lo que tienes.

Emilia asintió, limpiando las lágrimas de su rostro, aunque sabía que aún quedaba mucho dolor por sanar. No sería fácil, y su camino hacia la aceptación aún era largo, pero Max había plantado una semilla de esperanza en su corazón.

Tal vez, algún día, sería capaz de mirar el mundo de las carreras sin sentir que todo se desmoronaba a su alrededor.

Tal vez.

Y ese "tal vez" era suficiente por ahora.

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Renacer En La Velocidad | Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora