Capítulo 20:
La Tormenta Desatada▄▀▄▀▄▀▄★▀▄▀▄▀▄▀
Las primeras horas después del reencuentro entre Max y Emilia fueron un alivio mutuo. Compartieron un silencio cómodo mientras se aferraban el uno al otro, como si con solo estar juntos pudieran disipar las sombras que habían enturbiado sus vidas en las últimas semanas. Pero debajo de esa aparente calma, las emociones sin resolver bullían, esperando el momento adecuado para estallar.
Max había estado reprimiendo su propia tormenta interna por demasiado tiempo. El duelo por Marco, la presión del equipo, la incomodidad de tener a Checo en su lugar, y la tensión creciente con Emilia lo habían ido desgastando más de lo que él mismo quería admitir. No estaba bien. Emilia podía sentirlo, y ese presentimiento comenzaba a pesar más y más sobre ella.
Esa noche, decidieron pedir comida y quedarse en el apartamento de Emilia, evitando el caos mediático y el ruido constante de la vida en el circuito. Mientras cenaban, Emilia notó cómo Max apenas tocaba su comida. El piloto estaba inquieto, su mente claramente en otro lugar. De vez en cuando, miraba su teléfono o se perdía mirando por la ventana, como si su cuerpo estuviera allí, pero su mente estuviera a kilómetros de distancia.
—¿Qué te pasa? —preguntó Emilia suavemente, dejando sus cubiertos en la mesa.
Max se removió en su silla, evitando su mirada.
—Nada —respondió casi en un susurro, sin convicción.
—Max... —Emilia lo miró con preocupación—. No puedes decirme que nada está mal cuando es obvio que algo te está afectando.
El silencio entre ellos se volvió tenso. Max continuó mirando su plato, sus manos jugueteando con la servilleta. Finalmente, dejó escapar un largo suspiro, como si estuviera a punto de soltar una verdad que había estado conteniendo por mucho tiempo.
—Estoy harto —dijo, su voz más dura de lo que pretendía—. Estoy harto de todo. De tener que cargar con esto solo... De que todo lo que hacemos termine volviendo a Marco. De sentirme culpable por cada maldito momento que intento ser feliz.
Emilia se quedó paralizada por un momento. Sabía que Max estaba luchando, pero no se había dado cuenta de la profundidad de su angustia.
—Max, yo no quiero que cargues con todo solo —dijo, con una mezcla de sorpresa y preocupación—. Estoy aquí para ti, pero también... yo estoy lidiando con mi propio dolor. No es fácil para ninguno de nosotros.
—¡Pero parece que todo gira en torno a él! —gritó Max, golpeando la mesa con las manos, dejando a Emilia boquiabierta—. Marco esto, Marco lo otro... Todos lo recuerdan a cada segundo. Y lo peor es que nadie me deja olvidarlo, ni siquiera tú. Cada vez que hablamos, siempre hay algo que me hace sentir como si no pudiera escapar de su sombra.
Emilia lo miró, herida. Sabía que el dolor de Max era real, pero la forma en que lo estaba expresando la estaba afectando profundamente.
—¿Estás diciendo que yo soy el problema? —preguntó, con la voz entrecortada—. ¿Que todo esto es culpa mía?
—¡No, Emilia! —gritó Max, frustrado—. No es culpa tuya, pero... ¡es tan difícil! No sé cómo seguir adelante cuando todos me lo recuerdan. Cuando tú... cuando tú también lo haces.
Las palabras de Max resonaron como un eco en la cabeza de Emilia. Había hecho todo lo posible por no cargarlo con sus propias emociones, pero también se había sentido atrapada en el remolino de dolor que compartían. Al oírlo, comprendió que Max no solo estaba en duelo por Marco, sino que también estaba luchando con el peso de haberlo perdido sin poder encontrar su propio espacio para sanar.
Emilia intentó contener las lágrimas, pero no pudo evitar que una cayera por su mejilla.
—Max... Yo también lo extraño. No te imaginas cuánto. Pero jamás quise que sintieras que no podías ser tú mismo conmigo. —Se levantó de la mesa, incapaz de quedarse sentada ante la intensidad de sus sentimientos—. Solo quería que supieras que no estás solo en esto.
Max apretó los dientes, sintiendo una mezcla de culpa y frustración arremolinarse en su pecho.
—No quiero estar atrapado en su sombra todo el tiempo, Emilia. No quiero sentir que cada paso que doy en mi carrera es una constante comparación con lo que él hubiera hecho. —Se levantó de la mesa también, incapaz de seguir reteniendo el torrente de emociones que había estado conteniendo—. Y es que... desde que él murió, todo se ha vuelto más oscuro. Ya no sé cómo manejar esto.
Las lágrimas de Emilia finalmente rompieron la barrera, pero esta vez no trató de ocultarlas. Se acercó a Max y lo miró a los ojos, su voz llena de una mezcla de tristeza y determinación.
—Max, sé que todo es complicado. Yo tampoco sé cómo seguir adelante a veces, pero si nos alejamos el uno del otro cada vez que el dolor se hace más fuerte, nunca vamos a sanar. —Hizo una pausa, secándose las lágrimas—. Sé que todo esto de Checo entrando en el equipo no ha sido fácil para ti, pero no tienes que luchar con todo esto solo.
Max bajó la mirada, sintiendo cómo el peso de todo lo que había reprimido lo aplastaba. Había estado tan preocupado por aparentar ser fuerte, por seguir adelante sin lidiar con sus verdaderos sentimientos, que había olvidado lo que realmente importaba.
—Tienes razón... —murmuró, su voz ahora más baja—. Solo... no sé cómo seguir adelante sin sentir que estoy fallando en algo. Marco fue mi amigo, pero ahora siento que lo estoy traicionando solo por estar aquí. Por seguir corriendo. Por... por estar contigo.
Emilia lo miró con tristeza, pero también con comprensión. Sabía que este era el corazón del problema. Max no solo estaba lidiando con la presión externa; estaba luchando con la culpa de haber seguido adelante, de haber encontrado consuelo en ella.
—No lo estás traicionando, Max —dijo suavemente—. No lo estás traicionando por seguir viviendo. Marco querría que fueras feliz, que siguieras siendo el mejor piloto que puedes ser. Y creo que también querría que supieras que está bien amar a alguien más, incluso si eso significa que sigues adelante sin él.
Max cerró los ojos por un momento, dejando que las palabras de Emilia se asentaran. La lucha interna que había estado reprimiendo se sentía como una batalla que finalmente comenzaba a resolver. Sentía la culpa, el miedo, el agotamiento, pero también sentía algo más. Sentía el amor y el apoyo de Emilia, algo que había estado alejando, cuando lo que realmente necesitaba era permitir que lo sanara.
Con un suspiro profundo, Max finalmente la miró, sus ojos más suaves que antes.
—No quiero seguir distanciándome de ti, Emilia. No quiero seguir alejándome de lo único que me hace sentir algo más que dolor. —Hizo una pausa, su voz más firme ahora—. Lo siento por haberte culpado por algo que ni siquiera es tu responsabilidad. Solo... estoy cansado de todo esto. Pero no quiero perderte.
Emilia lo miró con alivio, sintiendo que, aunque la tormenta seguía allí, comenzaba a disiparse.
—Yo tampoco quiero perderte, Max —dijo, acercándose para abrazarlo—. Estamos en esto juntos, para bien o para mal. Y sé que podemos superar esto, si seguimos apoyándonos.
Max cerró los ojos mientras la abrazaba, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo comenzaba a desvanecerse poco a poco. Todavía quedaba mucho por superar, pero por primera vez en mucho tiempo, sentía que no estaba completamente solo en su dolor.
Se quedaron así, en silencio, abrazados bajo la tenue luz del apartamento. Aunque las heridas seguían abiertas, al menos habían comenzado a sanarlas juntos.
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Renacer En La Velocidad | Max Verstappen
Fanfiction-★ En un mundo donde el amor y la pérdida se entrelazan, una cantante regresa a la pista de carreras que marcó su vida. Después de tres meses de duelo por su novio, un piloto que perdió la vida en un trágico accidente, enfrenta sus recuerdos en un t...