ᴄᴀᴘíᴛᴜʟᴏ 19

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Capítulo 19:Distancia Insoportable

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Capítulo 19:
Distancia Insoportable

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Max había decidido que necesitaba espacio, pero ese "espacio" lo envolvía en una soledad inesperada. Los días siguientes transcurrieron en una nebulosa de rutinas. Entrenamientos, entrevistas, y carreras. Pero algo había cambiado. Emilia no estaba allí para él, y aunque había creído que la distancia lo aliviaría, la verdad era que cada vez que pensaba en ella, su ausencia le pesaba como un yugo.

Era como si todo en su vida se hubiera oscurecido de repente. Había pasado de ser el piloto más dominante de la Fórmula 1 a alguien que luchaba por mantener su foco. El dolor de la pérdida de Marco se mezclaba con la culpa por haber alejado a Emilia, creando un torbellino de emociones que lo agotaba aún más de lo que cualquier carrera lo haría.

En una de esas noches solitarias, Max miraba las luces de Mónaco desde la ventana del avión, sintiendo una opresión en el pecho. Estaban volviendo a Mónaco ahora que el parón de un mes había iniciado, luego de que se llevara a cabo la carrera de Spa. Había estado tratando de enterrar sus emociones, centrarse en lo que mejor sabía hacer: conducir. Pero ya no funcionaba. Incluso las victorias se sentían vacías sin la sensación de alivio que Emilia le había traído antes.

No era solo el hecho de que Emilia aún estuviera lidiando con su dolor por Marco; era que, en su intento de ser el fuerte, había dejado de permitirse sentir sus propias emociones. Y ahora, esa presión lo estaba aplastando.

De repente, una mano tocó su hombro. Max se dió vuelta lentamente, preguntándose quién sería. Al ver con claridad, se encontró con Checo.

—¿Podemos hablar? —preguntó Checo, con un tono serio pero amistoso.

Max dudó por un segundo, pero asintió, haciéndose a un lado para dejarlo entrar. Aunque habían comenzado como rivales, con el tiempo, Checo había demostrado ser un compañero leal. Pero ahora, con todo lo que estaba pasando, la dinámica entre ellos también se había vuelto complicada.

—He notado que no estás bien —dijo Checo, directo al punto—. Y quiero saber si hay algo que pueda hacer para ayudar.

Max se quedó callado, mirando al suelo. ¿Qué podría decirle? ¿Que no podía lidiar con el hecho de que su lugar en el equipo, que una vez compartió con Marco, ahora lo ocupaba él?

—No es tu culpa —dijo Max finalmente, soltando un suspiro—. Sé que lo que siento no tiene que ver contigo. Es solo que… todo me recuerda a Marco. Y tú, estando aquí, en su lugar… Me cuesta más de lo que pensé.

Checo asintió, comprendiendo perfectamente. —No tienes que decirlo. No es fácil para mí tampoco. Sabía que reemplazar a Marco no sería algo simple. Pero me importa el equipo, y también me importa que estés bien. No eres solo mi compañero, Max. Somos un equipo.

Max sintió un nudo en la garganta. Checo tenía razón. A pesar de la rivalidad y la competencia, lo que había en juego era mucho más profundo que los títulos. Era su salud mental, su capacidad para seguir adelante sin hundirse en el pasado.

—Lo sé —dijo Max, finalmente levantando la mirada—. Y te agradezco por estar aquí. Solo… no sé cómo lidiar con todo esto. Marco, Emilia, todo se siente como si estuviera aplastándome.

—Emilia… —murmuró Checo, asintiendo como si entendiera más de lo que Max esperaba—. ¿La has hablado últimamente?

Max negó con la cabeza, su frustración volviendo a brotar. —No. Le dije que necesitaba espacio, y… ahora no sé si fue lo correcto. La extraño mucho,  pero cada vez que estamos juntos, es como si todo lo que habláramos fuera sobre Marco. Estoy agotado.

Checo lo miró fijamente, evaluando la situación. —Max, el dolor del duelo no tiene un tiempo límite. Y tú también estás en duelo, solo que lo estás llevando de otra manera. Pero si Emilia es importante para ti, y parece que lo es, tienes que hablar con ella. Alejarte solo va a empeorar las cosas.

Max sabía que Checo tenía razón, pero el miedo a abrirse nuevamente lo retenía. ¿Qué pasaría si hablar con Emilia solo hiciera que todo fuera más difícil? Sin embargo, sabía que seguir ignorando lo que sentía no era la solución.

Después de un rato de silencio, Max suspiró profundamente. —Tal vez tienes razón.

Checo asintió, dándole una palmada en el hombro antes de dirigirse hacia su asiento nuevamente. —Tienes que hacer lo que sea necesario para encontrar paz, Max. Ninguna victoria vale tanto si no te sientes bien contigo mismo.

Cuando Checo se fue, Max se quedó en silencio, reflexionando sobre lo que había dicho. Quizás había estado demasiado enfocado en ser fuerte, en tratar de mantener todo bajo control, cuando lo que realmente necesitaba era aceptar su propia vulnerabilidad.

Al día siguiente, ya en su casa, después de horas de darle vueltas al asunto, Max tomó su teléfono y escribió un mensaje a Emilia.

"Necesito hablar contigo. Lo siento por cómo han sido las cosas. Podemos vernos?"

Pasaron unos minutos antes de que el teléfono vibrara en su mano.

"También te extraño. Ven cuando quieras."

Max sintió un alivio inesperado al leer esas palabras. Quizás no estaba todo perdido. Quizás, después de todo el dolor, aún quedaba un camino para ambos.

Cuando llegó al apartamento de Emilia, no sabía exactamente qué esperar. El silencio entre ellos, desde aquella pelea, había sido sofocante. Pero ahora, de pie frente a la puerta, sentía una mezcla de ansiedad y esperanza.

Emilia abrió la puerta lentamente, con los ojos brillantes de emoción contenida. Ninguno de los dos dijo nada al principio. Las palabras parecían innecesarias en ese momento.

—Lo siento —dijo Max finalmente, su voz baja pero firme.

Emilia lo miró, y por un instante, pareció que todo el dolor y la confusión de las últimas semanas estaba a punto de explotar nuevamente. Pero, en lugar de eso, dio un paso hacia él y lo abrazó.

Max cerró los ojos, sintiendo el calor de su cuerpo contra el suyo, y por primera vez en semanas, el nudo en su pecho comenzó a deshacerse.

—Yo también lo siento —susurró Emilia—. No quise poner todo sobre ti, Max. No era justo.

—Lo sé —dijo Max, acariciándole el cabello—. Y yo tampoco fui justo contigo. Solo... todo ha sido demasiado.

Se quedaron así, abrazados en el silencio del apartamento, permitiéndose por fin reconocer el dolor que ambos habían estado cargando. Tal vez no tenían todas las respuestas aún, pero al menos sabían que no tendrían que seguir cargando con todo solos.

Y para Max, en ese momento, eso era suficiente.

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Renacer En La Velocidad | Max Verstappen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora