-★ En un mundo donde el amor y la pérdida se entrelazan, una cantante regresa a la pista de carreras que marcó su vida. Después de tres meses de duelo por su novio, un piloto que perdió la vida en un trágico accidente, enfrenta sus recuerdos en un t...
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Capítulo 7: "Notas entrelazadas"
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El yate se deslizaba suavemente sobre las aguas tranquilas del puerto de Mónaco. Emilia permanecía acurrucada junto a Max, sintiendo el calor de su cuerpo, pero sus pensamientos vagaban hacia su otra vida, la que había quedado un poco más atrás en las últimas semanas: su carrera como cantante. Desde la muerte de Marco, había tratado de evitar los escenarios, aplazando conciertos y proyectos, porque no encontraba la inspiración para volver a cantar. Pero ahora, algo dentro de ella comenzaba a despertar.
—¿En qué piensas? —la voz de Max rompió el silencio, sacándola de sus pensamientos.
Emilia suspiró, sonriendo suavemente.
—En la música. En cuánto la extraño, pero también en lo difícil que ha sido volver a ella después de todo lo que pasó.
Max la miró con interés, sabiendo lo importante que era la música para ella. Siempre había admirado cómo Emilia transformaba sus emociones en canciones, cómo su voz podía transmitir tanto poder como vulnerabilidad.
—Sabes, nunca te lo he dicho, pero siempre quise verte en vivo —confesó Max, su tono un poco tímido—. Escuché tus álbumes muchas veces, pero me perdí la oportunidad de ir a uno de tus conciertos antes de que... bueno, antes de todo.
Emilia lo miró sorprendida, una chispa de humor brillando en sus ojos.
—¿Me estás diciendo que eres fan? —preguntó con una sonrisa juguetona.
Max se encogió de hombros, sonriendo de vuelta.
—No soy tan malo como para negarlo. Es difícil no serlo cuando escuchas una voz como la tuya.
El elogio la tomó por sorpresa y, aunque intentó ocultar su emoción, una leve calidez se expandió en su pecho. Había pasado tanto tiempo desde que alguien hablaba de su música sin mencionarla en el contexto de su tragedia personal.
—No sé si estoy lista para volver —admitió, mirando el horizonte—. Pero hoy… por primera vez en mucho tiempo, siento que tal vez pueda hacerlo. Que tal vez, las canciones no solo sean recuerdos tristes.
Max la observó con seriedad, viendo cómo luchaba con sus emociones.
—No tienes que apresurarte —le dijo con ternura—. Pero si alguna vez decides volver, estaré en primera fila. Lo prometo.
Emilia lo miró, agradecida por sus palabras. El apoyo incondicional de Max, su paciencia, le daban un respiro que no había sentido desde que Marco murió. El yate avanzaba lentamente, y las luces de la ciudad titilaban a lo lejos, creando una atmósfera casi irreal. Todo parecía estar en perfecta sincronía.
—Sabes —dijo Emilia, después de un rato de silencio—, hay una canción que escribí justo antes de que todo cambiara. Nunca la terminé. Era para Marco. Pero ahora, creo que podría terminarla… aunque con un significado diferente.
