María
== Tiempo actual==
El zumbido del aire acondicionado es lo único que interrumpe el silencio en mi oficina. Afuera, el sol de Playa del Carmen calienta las calles, pero aquí dentro, el frío artificial me mantiene alerta mientras reviso los últimos informes financieros.
Han pasado tres meses desde que dejé mi antiguo departamento. Tres meses desde que...
<<No, María. No pienses en eso ahora>>
Me obligo a concentrarme en las cifras frente a mí. Los números no mienten, no te traicionan, no te llaman "puta" y luego dicen que no eres suficiente.
<<¡Chingada madre! ¡Ahí vas de nuevo!>>
Sacudo la cabeza, tratando de alejar los pensamientos no deseados, cuando unos golpes en la puerta me sobresaltan.
—Adelante —digo, agradecida por la interrupción.
Laura, mi mano derecha y salvavidas en la empresa, asoma la cabeza. Su sonrisa pícara me advierte que viene con alguna ocurrencia.
—Oye, jefa —dice, entrando completamente a la oficina—. Tengo una duda existencial.
Arqueo una ceja, preparándome para lo que sea que vaya a salir de su boca.
—¿Ah, sí? Ilumíname con tu sabiduría, Laura.
Ella se deja caer en la silla frente a mi escritorio, cruzando las piernas con una gracia exagerada.
—Verás, mi estimadísima y amargadísima jefa —comienza, ignorando mi mirada asesina—. Estaba pensando... ya que se acerca el 14 de febrero, ese día tan especial donde el capitalismo nos recuerda que debemos gastar en chocolates y flores para demostrar un amor que deberíamos expresar todo el año...
—Ve al grano, Laura —la interrumpo, aunque no puedo evitar que se me escape una sonrisa.
—Bueno, me preguntaba si querías que adornáramos la oficina —suelta finalmente, con una sonrisa que amenaza con partirle la cara en dos—. Ya sabes, corazoncitos por aquí, cupidos por allá. Podríamos poner una fuente de chocolate en la recepción. ¡Oh! Y qué tal si regalamos condones con el logo de la empresa. Sería una campaña publicitaria increíble: "Lavamos tu ropa, no tu conciencia".
No puedo evitarlo. Casi escupo el sorbo de café que acababa de darle a mi taza. Una carcajada escapa de mi garganta antes de que pueda contenerla.
—"Lavamos tu ropa, no tu conciencia" —le digo entre risas— Te mamaste
Laura se une a mis carcajadas, el sonido llenando la oficina y ahuyentando, al menos por un momento, los fantasmas que me han estado persiguiendo estos meses.
—¿Entonces? —pregunta una vez que las risas se calman—. ¿Qué dices? ¿Le damos un toque de amor a este antro de depresión y números?
La miro, agradecida por su intento de animarme. Sé lo que está haciendo. Todos han estado caminando de puntitas a mi alrededor desde... bueno, desde que todo se fue a la mierda.
Suspiro, fingiendo considerarlo seriamente.
—Mmm, no sé... —digo, llevándome un dedo a la barbilla—. Los condones con el logo me tientan. Pero eso de tanto corazón y cupidos como que no me agrada tanto la idea... Mucha pinche miel, ¿No crees?
Laura suelta otra carcajada.
—Tienes razón. No va con nuestra personalidad... lo cambiaré por flores hechas con condones inflados, entonces —dice Laura con una sonrisa traviesa.
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Más Allá del Juego ... Las reglas cambian
RomanceMás allá del juego - Las reglas cambian María pensó que había encontrado su final feliz con Rafael, pero el destino tiene otros planes. En esta apasionante secuela de Más allá del juego, nuestros protagonistas se enfrentan a nuevos desafíos que pond...