14 Planes de emergencia

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María

—Hola Chocolate ... —Mi voz suena apagada o preocupada, ya no sé.

Le llamo a Juan Carlos desde mi oficina. Después de considerar mil y una formas de resolver el problema en el que me metió Dante.

—Hola Flaquita ¿Cómo estás? —Su voz despreocupada me hace soltar una sonrisa, aunque sé que no me llega a los ojos.

—Mal ... —suspiro, dejando escapar el aire atorado en mis pulmones

—¿Qué pasa? —Su voz refleja su estado de alerta inmediato.

Me tomo un momento para escoger las palabras más adecuadas para explicarle el problemita en el que estoy metida.

—Probablemente no pueda viajar a Sinaloa...

—¡No jodas!

Escucho un murmullo de fondo y el sonido de movimiento.

—Marce está aquí conmigo, te pongo en alta voz

Le explico todo lo que pasó con Dante

—¿Qué pasa, María? —la voz de Marce suena preocupada—. ¿Estás bien?

Les cuento todo: la llamada con Dante, su negativa a llegar el jueves, mi desesperación por encontrar una solución.

—Ese pendejo otra vez te la aplicó —gruñe Juan Carlos.

—Ya sabes cómo es —respondo, frotándome las sienes—. El caso es que tuve que cambiar mi vuelo para el viernes.

—¿Qué? —exclama Marce—. Pero María, la boda es el sábado ¡No mames!

—Ese es el pedo, Marce —digo, sintiendo cómo se me quiebra la voz—. No estoy segura de poder llegar.

Les explico sobre mis padres, cómo están batallando para encontrar vuelos disponibles para venir a cuidar a los niños.

—En cuanto lleguen, me voy para el aeropuerto y tomo el primer vuelo que encuentre a Mazatlán. Pero... —hago una pausa, tragando saliva— no puedo prometer nada.

Hay un silencio al otro lado de la línea que se siente como una eternidad.

—Bueno, mira —dice Juan Carlos finalmente—. Tú haz todo lo posible por llegar, ¿va? Nosotros nos encargamos de mantener a Mónica y a Rafael tranquilos. Les explicaremos lo que paso.

—Gracias —digo, sintiendo un nudo en la garganta—. De verdad, gracias.

—Para eso estamos, chiquita —responde Marce con cariño—. Tú tranquila. Si no llegas a tiempo para la ceremonia, al menos llegarás para la fiesta. Y eso es lo importante, ¿no? —suelta una risita.

No puedo evitar reírme.

—Pinche Marce, tú siempre viendo el lado positivo.

Después de colgar, me quedo mirando el teléfono. Una parte de mí se siente aliviada por haber compartido mi problema, pero otra parte sigue aterrada. ¿Y si no logro llegar? ¿Y si decepciono a todos?

El sonido de un mensaje entrante me saca de mis pensamientos. Es de mi mamá:

>>"Hija, no conseguimos vuelo temprano..."

Mi madre, Leo y Nico viajan en la parte trasera de mi coche, mientras mi papá va manejando y yo de copiloto. Afortunadamente, lograron conseguir un vuelo que los trajo en plena madrugada. A las 5 am estaban aterrizando en el aeropuerto de Cancún. Sé que es una injusticia lo que les hice y eso me hace ganarme la insignia a la peor hija del año, pero me vi en la necesidad de, a medio día, pedirles que me trajeran al aeropuerto. No quise tener más contratiempos y aquí andamos.

Más Allá del Juego ... Las reglas cambianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora