Maria
La partida del pastel transcurre rápidamente. Mónica y Miguel hacen el corte tradicional entre aplausos y vítores de los invitados. Tras unas cuantas fotos y algunos bocados simbólicos, los meseros comienzan a distribuir rebanadas entre los asistentes mientras la fiesta continúa.
La banda retoma su lugar y la pista de baile vuelve a llenarse de parejas que se mueven al ritmo de la música. Observo a Rafael cerca de la barra, enfrascado en una conversación con un señor de traje gris. Parece ser una charla importante, a juzgar por su expresión concentrada.
Estoy a punto de levantarme para buscar a Marce cuando una voz grave y melodiosa me sorprende:
—Disculpe, señorita. ¿Me concedería esta pieza?
Levanto la mirada para encontrarme con unos ojos color avellana que me observan con interés. El hombre frente a mí es alto, de complexión atlética y con un rostro que llama la atención lo quieras o no. Tendrá unos 45 o tal vez 48 años muy bien vividos. Su cabello negro, salpicado de canas en las sienes, le da un aire distinguido y misterioso.
Por un momento, me quedo sin palabras. Hay algo en su presencia que me intriga.
—Yo... claro, — respondo finalmente, tomando la mano que me ofrece.
Mientras me guía a la pista de baile, no puedo evitar sentir una mezcla de curiosidad y ligera incomodidad. ¿Quién es este hombre?
<<Que guapo... mmm... y huele delicioso>>
La banda comienza a tocar "Cautivo de este amor" de Marc Anthony, y mi misterioso acompañante demuestra ser un excelente bailarín. Sus movimientos son fluidos y seguros, guiándome con una gracia que me sorprende.
—Debo decir, — comenta con una sonrisa enigmática, —que desde hace un rato he querido invitarte a bailar.
Mi sorpresa debe ser evidente, porque él suelta una risa suave antes de añadir:
—Perdona mi rudeza. Permíteme presentarme: soy Alejandro Montero, un viejo amigo de la familia Córdoba.
—Un placer, Alejandro ... Maria Ortega—respondo, tratando de mantener la compostura mientras él me hace girar con elegancia—. ¿Y qué te ha impedido invitarme antes?
Alejandro sonríe, sus ojos brillando con un toque de picardía.
—Digamos que estaba reuniendo el valor necesario. No todos los días se tiene la oportunidad de bailar una mujer hermosa.
Siento el calor subir a mis mejillas, pero mantengo la mirada firme.
—Vaya, vaya... ¿Todos los amigos de los Córdoba son tan aduladores?
—Solo cuando la ocasión lo amerita —responde, acercándome un poco más mientras seguimos el ritmo de la música—. Y créeme, María, esta ocasión definitivamente lo amerita.
Sus movimientos son suaves pero seguros, y no puedo evitar notar lo bien que nuestros cuerpos se complementan en la pista.
—Dime, María —continúa, su voz baja y melodiosa—, ¿cómo es que una mujer como tú sigue soltera en una noche como esta?
Arqueo una ceja, divertida por su audacia.
—¿Quién dice que estoy soltera?
Alejandro suelta una risa suave.
—Touché. Aunque debo admitir que eso hace las cosas más... interesantes.
La canción termina nos separamos y justo cuando estoy a punto de responder, siento una presencia familiar detrás de mí. La voz de Rafael, con un toque de tensión apenas perceptible, interrumpe nuestro baile.
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Más Allá del Juego ... Las reglas cambian
RomanceMás allá del juego - Las reglas cambian María pensó que había encontrado su final feliz con Rafael, pero el destino tiene otros planes. En esta apasionante secuela de Más allá del juego, nuestros protagonistas se enfrentan a nuevos desafíos que pond...