8 Café y otras tentaciones

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María

Los días pasan como una bruma confusa desde aquel encuentro con Rafael en mi oficina. Intento convencerme de que todo sigue igual, de que su regreso no ha alterado mi mundo. Pero sería una pendeja si me creyera esa mentira.

La primera señal de que las cosas han cambiado llega una mañana, con el toque en la puerta de mi oficina y Laura asomando la cabeza con una sonrisa enigmática.

—Tienes una entrega, jefa —dice, entrando con un vaso de café de mi cafetería favorita.

El aroma me golpea antes que el recuerdo. Es mi orden exacta: americano con un shot leche. Solo una persona sabe pedir ese café así.

<<Pinche Rafael...>>

—¿Quién lo mandó? —pregunto, fingiendo ignorancia.

Laura sonríe, cómplice.

—No lo sé, pero viene con una nota.

Tomo el vaso, sintiendo el calor atravesar el cartón. Con letra clara y firme, escrito con plumón negro, leo: "Si quieres".

El estómago me da un vuelco. Esa canción... nuestra canción. Maldito seas, Rafael Córdoba.

—Llévatelo —digo, empujando el vaso de vuelta a Laura—. Regálalo, tíralo, lo que sea. No lo quiero en mi escritorio.

Laura me mira sorprendida, pero no discute. Se lleva el café, y veo como le da un sorbito, saboreándoselo y levantando en mi dirección a modo de brindis, dejándome sola con el aroma persistente y los recuerdos que amenazan con ahogarme.

Los siguientes dos días son una tortura similar. Cada mañana, un nuevo café. Cada mañana, una nueva nota. "Voy a reconquistarte", "Te extraño", "Perdóname". Y cada mañana, me obligo a rechazarlo, ignorando el nudo en mi garganta y el anhelo en mi pecho. La única feliz en todo esto es Laura, que se beneficia de mi rechazo para tener café gratis y de paso, armarles una historia inventada a todos los del equipo de trabajo, de un supuesto admirador secreto. No se como le siguen creyendo, si diario les cambia la versión. A mi me divierte, cada vez se pone más creativa.

<<No seas pendeja, María. No caigas de nuevo>>

Pero es el día antes del torneo cuando todo se va al carajo.

Estoy en nuestro entrenamiento con Marce, tratando de quemar el estrés y la ansiedad que me provoca el inminente encuentro con Pablo. El ardor en los abdominales es un alivio para mi mente sobrecalentada.

—Maria ... —la voz de Marce me saca de mis pensamientos. Ella me señala la entrada a la alberca con la cabeza.

Levanto la vista y siento que el aire abandona mis pulmones. Ahí está él. Rafael. Recargado en la pared, viendo con una sonrisa a los niños que se encuentran en el agua. Aún no lo ven. Pero no tarda mucho en que lo descubran, el primero en notarlo es Andrés, que con su grito alerta a todos los demás.

—¡Coach Rafa! ... vino el Coach Rafa —Los gritos de Andrés llaman la atención de los otros niños y de las personas en las gradas, entre ellas Suemy y Priscila, que aún no habían notado su presencia.

—¡Rafa! —Nico se emociona

—¡Coach! ¡Viniste! —Leo no para de sonreír y ver la actitud de mis hijos hacia Rafa amenaza peligrosamente mis defensas.

<<Chingada madre...>>

Juan Carlos busca mi mirada, expectante de mi reacción. Algo me dice que él ya sabía que venía. El muy cabrón seguro estaba en esto también.

Más Allá del Juego ... Las reglas cambianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora