MaríaLa mañana avanza más rápido de lo que quisiera mientras observo el reloj en mi laptop. 10:45. Quince minutos para enfrentarme al tribunal familiar encabezado por la señora Alondra.
<<¡Respira María! No es el fin del mundo... ¿o sí?>>
―Laura... ―mi voz suena más tensa de lo que pretendo― ¿podrías asegurarte de que nadie me interrumpa mientras tenga la puerta cerrada?
Mi asistente que en ese momento me entrega unas facturas, levanta la vista de su tablet, y al ver mi cara de funeral, arquea una ceja con esa complicidad que hemos desarrollado en años de trabajo juntas.
―¿Vas a tener otra sesión de ejercicio con el Coach? ―su sonrisa maliciosa me arranca una carcajada nerviosa.
―¡Laura! ―ruedo los ojos―. No... voy a tener una videollamada con mis papás.
―Ah... ―su expresión cambia a una de entendimiento total― ¿Les vas a contar que ya vives con el monumento ese que tienes por novio?
―Sí... ―suspiro mientras abro la aplicación de videollamadas― y también sobre la fiesta de Nico, y todo lo demás...
―Bueno... ―se va directo a la puerta con esa eficiencia suya― pues ya que vas a estar en confianzas con tus papás... también les puedes decir lo que estas 4 paredes esconden...
―¡LAURA! ―esta vez mi risa sale natural―. ¡Ya vete!
―Me voy, me voy... ―camina hacia la puerta― pero en serio, María... ―su tono se vuelve más suave― cualquier persona que te vea con Rafael sabe que algo cambio en ti... muy cabrón ―me guiña un ojo y se va, como siempre, sin decir más.
Sus palabras me caen como bálsamo justo cuando más lo necesito. La veo cerrar la puerta mientras el sonido de una llamada entrante hace que mi corazón se acelere.
<<¡Aquí vamos!>>
En la pantalla aparece Eli, mi cuñada, luchando para ajustar la laptop de mis papás a una altura decente.
―¡No, suegrito! Más arriba... ―su voz suena frustrada―. ¡Ahora solo veo su frente! ¡Bájenla un poco!
―¿Así está bien? ―la voz de mi papá suena divertida.
―¡Perfecto! ―Eli por fin logra que la imagen se estabilice―. Ahora sí... ¡Hola cuñis!
La imagen por fin se aclara y veo a mis papás sentados en el sofá de su casa: mi papá con su sonrisa bonachona de siempre y mi mamá... bueno, con esa expresión suya que parece estar evaluando hasta el código postal.
<<¡Ay mamá! Ni los buenos días nos hemos dado y ya empezamos con la mirada de rayos X>>
―Bueno, los dejo para que platiquen ―Eli me guiña un ojo y hace una mueca de susto exagerada que solo yo alcanzo a ver antes de desaparecer de la pantalla.
<<¡No te vayas, cuñis!>>
―¡Corazón! ―la voz alegre de mi papá rompe el hielo―. ¿Cómo van los preparativos para la fiesta de mi Tiburón?
―Bien, Pá... ―sonrío, agradecida por empezar con terreno seguro―. Ya tenemos casi todo listo: la decoración, los dulces, las piñatas...
―¿Y dónde la van a hacer? ―mi mamá suelta su primera pregunta aparentemente inocente, pero la conozco. Está calibrando el terreno.
―En un... jardín ―respondo vagamente, rogando que no pida detalles―. Es un lugar muy bonito.
―¿Un jardín? ―mi mamá arquea una ceja―. ¿Por qué? ¿En tu casa no caben?
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Más Allá del Juego ... Las reglas cambian
RomanceMás allá del juego - Las reglas cambian María pensó que había encontrado su final feliz con Rafael, pero el destino tiene otros planes. En esta apasionante secuela de Más allá del juego, nuestros protagonistas se enfrentan a nuevos desafíos que pond...