ᴇɴᴛʀᴇ ᴇʟ ꜱɪʟᴇɴᴄɪᴏ ʏ ʟᴏꜱ ʀᴇᴄᴜᴇʀᴅᴏꜱ ᴄᴏᴍᴘᴀʀᴛɪᴅᴏꜱ, ᴘᴏʀ ᴜɴ ɪɴꜱᴛᴀɴᴛᴇ, ᴠᴏʟᴠɪᴍᴏꜱ ᴀ ᴇꜱᴛᴀʀ ᴄᴇʀᴄᴀ.
Recuerdo que ese día coincidimos después de tanto tiempo sin vernos. No lo esperaba, y mucho menos de esa manera.
Caminaba cerca de uno de esos lugares que solías visitar con frecuencia. Eran tus refugios, los rincones de la aldea donde te sentías más conectada contigo misma. Curiosamente, con el tiempo, esos mismos lugares se volvieron mis favoritos. Me ayudaban a sentirme más cerca de ti, aunque no estuvieras ahí. Pero ese día, para mi sorpresa, sí lo estabas.
Al principio no te vi. Estaba distraído, perdido en mis propios pensamientos. Pero cuando levanté la vista y te vi sentada al borde del acantilado que daba a la aldea, el tiempo pareció detenerse. Dejé de respirar por unos segundos. Era como si, de repente, todo alrededor desapareciera, y lo único que importara fuera esa imagen de ti, justo allí, tan serena y, al mismo tiempo, tan lejana.
Estabas vestida con ropa civil, nada de tu uniforme ANBU o tus armas. Eso solo hizo que el momento se sintiera aún más irreal. Llevabas ese vestido azul que siempre solías usar en los días más tranquilos, y el color contrastaba con tu cabello, haciéndolo brillar aún más bajo la luz del sol.
No podía apartar la vista. Había algo en ti, en cómo te quedabas quieta, mirando el horizonte, que me hacía sentir una mezcla de nostalgia y alivio. Era la primera vez en mucho tiempo que te veía fuera del campo de batalla, lejos de esa máscara que siempre llevabas, literal y figurativamente.
Recuerdo tu expresión de sorpresa cuando me viste, pero rápidamente cambió a la misma seriedad de siempre. Era un reflejo automático, como sí, incluso en ese instante de calma, sintieras la necesidad de mantenerte a una distancia emocional.
—No recordaba que te había enseñado este lugar —dijiste en un tono que, al principio, interpreté como melancolía, pero había algo más. Algo más profundo que no logré descifrar de inmediato.
Me acerqué lentamente, sin saber bien qué decir. Había tantas cosas que quería preguntarte, tantas palabras que se acumulaban en mi mente, pero ninguna parecía adecuada. Al final, opté por lo más sencillo.
—¿Puedo sentarme?
Asentiste sin mirarme, todavía enfocada en la vista que ofrecía el acantilado. Me senté a tu lado, dejando un espacio entre nosotros, aunque la distancia entre nuestros cuerpos parecía insignificante comparada con la que había crecido en nuestros corazones durante todo ese tiempo.
—Es un buen lugar —dije, intentando romper el silencio incómodo—. Siempre lo ha sido.
No respondiste al principio, pero noté cómo tus manos se entrelazaban sobre tus rodillas, apretando ligeramente el borde del vestido, como si eso te ayudara a mantener la calma.
—Lo era —respondiste finalmente—. Pero a veces los lugares cambian... o somos nosotros los que cambiamos.
Esa última frase resonó en mí. Sabía que habías pasado por muchas cosas desde la última vez que nos vimos, pero aun así, no estaba preparado para el peso que cargabas. No era solo el peso de las misiones, de las decisiones difíciles que tomaste como ANBU, sino algo más. Algo más personal.
Me atreví a mirarte de reojo. Aunque tu mirada seguía fija en el horizonte, la tensión y las ojeras en tus ojos delataban la lucha interna que estabas librando. Siempre fuiste buena escondiendo tus emociones, pero ese día algo se filtraba a través de tus barreras.
—Naruto ha crecido mucho. Lo vi el otro día corriendo de unos profesores —tus ojos parecieron brillar como antes durante un leve segundo.
—Naruto es la perfecta combinación entre Kushina y Minato. Se parece tanto a mi hermano que a veces lo confundo —susurraste lo último, mientras tus manos acariciaban tus rodillas buscando un poco de paz.
—Sí, se parece mucho a Minato —dije, bajando un poco la voz, recordando a mi antiguo maestro. Había algo en Naruto que siempre traía esos recuerdos a la superficie, pero verte a ti mencionarlo me hizo darme cuenta de lo mucho que también te afectaba. Parecía que, en ese momento, el peso de todo lo que habías perdido se hacía aún más evidente.
El silencio se instaló de nuevo entre nosotros, pero esta vez no era incómodo. De alguna forma, ambos estábamos conectados por ese sentimiento compartido, esa nostalgia que, aunque dolorosa, también nos unía.
Después de unos segundos, me atreví a moverme un poco más cerca. No demasiado, pero lo suficiente para que nuestras rodillas casi se rozaran. Fue un movimiento leve, apenas perceptible, pero noté cómo tus manos dejaron de apretar el borde de tu vestido por un instante, como si el simple gesto hubiera relajado algo en ti.
—A veces —dije suavemente—, lo único que podemos hacer es recordar y seguir adelante, aunque no sea fácil. Naruto... él te necesita tanto como te necesitaba Minato.
Tu mirada se suavizó, aunque todavía no me mirabas directamente. Pero el pequeño suspiro que dejaste escapar me hizo pensar que, tal vez, mis palabras habían llegado a ti. Sabía que te costaba abrirte, pero ese momento, aunque breve, fue una ventana a la verdadera Jin que guardabas bajo tantas capas de armadura.
—Lo sé —murmuraste finalmente, tu voz un poco más vulnerable de lo que esperaba—. Pero a veces no sé si tengo la fuerza para estar ahí para él... o para nadie.
Sentí la tentación de decir algo más, de asegurarte que no estabas sola, que yo también estaba ahí, aunque no siempre de la manera en que lo habías necesitado. Pero en lugar de hablar, dejé que el silencio hablara por mí. A veces, las palabras no eran necesarias. A veces, solo estar allí era suficiente.
Y por un breve instante, me pareció que también lo era para ti.
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My Electric Love; Kakashi Hatake
Fanfiction"É𝐥 𝐞𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐞𝐠í𝐚 𝐬𝐮 𝐥𝐮𝐳, 𝐲 𝐞𝐥𝐥𝐚, 𝐞𝐥 𝐝𝐞𝐬𝐭𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐢𝐥𝐮𝐦𝐢𝐧𝐚𝐛𝐚 𝐬𝐮 𝐨𝐬𝐜𝐮𝐫𝐢𝐝𝐚𝐝." |INICIO: 5/05/2024| |Terminó:???| © │ Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto, a excepc...