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La lluvia te daba un aspecto cansado y solitario, mientras las gotas resbalaban por tu cabello y tu máscara ANBU. Te encontré esperando en el punto de encuentro, bajo la luz tenue de una farola, el sonido del agua golpeando el suelo era lo único que rompía el silencio entre nosotros. Te veías más pequeña bajo ese aguacero, como si la lluvia misma intentara ocultar tu presencia. Caminé hacia ti, sintiendo cómo mis botas se hundían en el barro que comenzaba a formarse a nuestro alrededor. Sabía que, para ti, cada segundo bajo esa tormenta representaba una lucha interna, un esfuerzo por mantener la compostura.
