Capítulo 33

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LILITH VETTMOND.

La mañana siguiente, me desperté con un fuerte dolor de cabeza y al intentar levantarme de la cama, el malestar en mi espalda y piernas me regresan todos los recuerdos de anoche. No pude evitar sentirme muy avergonzada por lo que sucedió, pero al no ver a Johan a mi lado, una sensación desagradable me invadió por completo. 

Me puse una de sus camisas blancas que me quedaba como vestido y salí de la habitación para buscarlo. Mientras caminaba por el pasillo, un delicioso olor a comida invadió mis fosas nasales. Me acerqué a la cocina y finalmente lo encontré preparando el desayuno. 

Me acerqué sigilosamente y lo abracé por detrás. Él se dio la vuelta de inmediato y depositó un beso en mi frente. 

—Buenos días —dijo con una sonrisa.

—Buenos días. ¿Qué estás preparando?

—Intento hacer  tu sandwich favorito, pero me salió muy mal. —Me mostró el plato con los ingredientes desordenados—. Pero el jugo de manzana me salió muy bien. 

Le di otro beso.

—Gracias por esto.

—Ven. —Me cargó con un solo brazo y me sentó en sus piernas. Luego comenzó a juguetear con mi cabello mientras me miraba con mucho cariño—. Eres preciosa, Lilith. 

Sonreí ampliamente.

—¿A qué viene tanto cariño?

Se encogió de hombros y miró mis manos.

—No lo sé…—Deslizó su mano por mi pierna—. Sólo estoy admirando a mi mujer.  

Escondí mi rostro en su cuello.

—¿Qué pasa? ¿Por qué te escondes? 

Quiso hacerme cosquillas, pero me aparté de él de inmediato  y me senté en el otro lado de la mesa para empezar a comer lo que me había preparado. 

—La pastilla maravillosa está encima del microondas. 

Sonreí. —¿La pastilla que no evitará un pequeño problema? 

—Ayer lo hicimos sin protección y fue algo imprudente. Para la próxima me aseguraré de tener condones. 

Le lancé un trozo de pan

—¿Qué? ¿A caso piensas hacerlo todo el tiempo?

—Me encantaría, pero tenemos trabajo. —Miró su reloj y frunció el ceño—. Tenemos dos horas antes de que inicien nuestras prácticas. ¿Te parece si te llevo de compras y luego a un…?

El teléfono de Johan empezó a sonar, y al responder, pude identificar la voz de Ginger. 

—¿Qué? ¿Ahora? ¿Me estás jodiendo? —Soltó un largo y sonoro suspiro—. ¿Quién lo publicó? Bien. Entiendo. Vamos para allá. 

—¿Qué pasó? ¿Las prácticas se adelantaron? —inquirí.

—No, hay un…. Problema con la prensa. Se publicaron unas fotografías en las que estás con Yakov, y según Ginger, muchos comenzaron a especular que me habías engañado y él a su esposa y… Ya sabes, chismes sin sentido.

—Comprendo. 

—Tenemos que reunirnos con ella en su oficina. Es urgente. 

—Por supuesto, voy por mi bolso. 

El problema no fue que las fotos se hicieran públicas y todos creyeran que me había metido en la relación de Yakov y su esposa. En este punto, ya me daba igual porque mi reputación siempre había sido objeto de críticas, el problema fue la forma tan explosiva en la que reaccionó Ginger tan pronto como llegamos a su oficina. Al principio intentó mantener la calma, pero cuando abrí la boca, casi explota de colera. 

EL GRAN CIRCO/FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora