Capítulo 29

985 84 4
                                    

LILITH VETTMOND.

Johan cambió después del accidente que tuvimos. 

No me ignoraba, pero durante el día no se esforzaba en buscarme. Al principio lo entendí porque estaba pasando por un mal momento con el auto y necesitaba enfocarse en su trabajo, así que no me quejé y permití que resolviera sus asuntos a pesar de que deseaba pasar tiempo con él. 

Sin embargo, los problemas comenzaron a envolverlo como una nube negra que se hacía cada vez más grande hasta el punto de convertirse en una tormenta eléctrica que  destruiría su confianza tarde o temprano, lo que tuvo como consecuencia problemas de comportamiento: estaba más irritado que antes, era más agresivo en la pista y se exigía el doble en los entrenamientos hasta el punto de descuidar su salud. 

Esta fatiga emocional hizo que tuviera varios choques con otros pilotos cuando intentaba adelantar y eso fue como una advertencia para el equipo de que no estaba razonando adecuadamente durante las carreras y que teníamos que hacer algo para calmarlo antes de que pusiera en peligro su vida.

Y por si fuera poco, la prensa comenzó a hostigarlo de tal forma en la que varias veces perdió el control y quiso golpearlos, lo que casi lo lleva a la corte, pero gracias a su abuelo no lo sancionaron. Estaba tan alterado que sus fanáticos más antiguos comenzaron a  publicar en redes sociales que la versión más agresiva de Johan estaba regresando y que eso era emocionante, pues durante sus primeros años en Fórmula 1 dio un gran espectáculo gracias a sus ataques de ira que le dieron varias victorias. 

Tenía curiosidad por la versión antigua de Johan, pues todos hablaban maravillas a pesar de que se estaba comprotando como un idiota, por lo tanto busqué en internet sus antugas entrevistas y carreras de cuando había debutado en Fórmula 1 con tan solo diecisiete años y decubrí que tal y como todos decían, era mucho más grosero y violento que ahora. 

Trataba mal a su personal y a la prensa. Ninguno de sus compañeros de equipo lo soportaba y esa era la razón por la que siempre había un lugar disponible en Kabulton, ya que los conflictos que creaba rompieron el “compañerismo” del equipo. 

Después de que casi mata a otro piloto durante la carrera de la semana pasada, Augusto le dio un ultimátum que le importó una mierda. Sin embargo, la gota que derramó el vaso fue la advertencia que le dio la FIA por haber peleado con uno de los pilotos de Mercedes tan pronto como terminó la carrera de ayer, ya que le rompió la muñeca. 

Incluso tuvieron que intervenir varios mecánicos para separarlos, pues Johan estaba muy enojado. Me sorprendió mucho su comportamiento, pero para otros parecía normal, pues dijeron que ya lo habían visto comportarse de esa forma tan vergonzosa. 

Yo entré mucho después, así que es comprensible que no lo haya conocido en sus peores años. No le tenía miedo, pero tampoco me parecía correcto que su comportamiento sea igual al que tenía cuando era un adolescente.

Y después del estrés que nos hizo vivir en el mes, Giner me rogó que hablara con él, pues su comportamiento estaba afectando demasiado a la escudería, además de que el médico había dicho que su ritmo de trabajo le estaba haciendo mucho daño a su cuerpo.

Por lo tanto, decidí visitarlo en su cuarto de hotel durante nuestro día de descanso y me sentí muy nerviosa porque no habíamos hablado por días. 

Toqué su puerta tres veces y esperé pacientemente a que abriera.

Cuando apareció en la puerta, me miró de arriba abajo con ese gesto arrogante que lo caracteriza. No me dijo nada, pero se hizo a un lado para que pudiera pasar. Después escuché que cerró la puerta con seguro. 

EL GRAN CIRCO/FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora