Capitulo 7

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A veces recuerdo vívidamente el accidente que tuvo mi padre en el circuito de Mónaco hace nueve años

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A veces recuerdo vívidamente el accidente que tuvo mi padre en el circuito de Mónaco hace nueve años. Los gritos, el ruido de la ambulancia y la preocupación que me invadió ese día, regresan para hacerme sentir triste en la carrera de hoy.

Ayer obtuve pole position y eso me da ventaja en una pista tan desafiante como esta, pero me preocupa no ser lo suficientemente agresiva como para mantenerla. Con todo lo que está sucediendo, siento que me estoy debilitando.

Cuando las luces se encienden, mis neumáticos rechinan en el asfalto y ahora mantengo la vista fija en la pista, pero consciente de que hay más pilotos detrás de mí qué pueden adelantar si pierdo la línea. Krieger comienza a acercarse mucho y eso me obliga a mantener las distancias antes de que ocurra otro accidente.

Puedo sentir la tensión en mis dedos, la angustia en mi pecho, pero mi enfoque (por ahora) es minucioso.

—Cuida tus neumáticos, Lilith —ordena Harris.

Suelto un suspiro.

—Entendido.

—Y mantén la distancia. Recuerda que Andrew odia los "accidentes" —hace énfasis en la última palabra.

Es evidente que todos están esperando un pequeño roce que pueda encender el drama de este gran premio y avivar la rivalidad entre las escuderías.

Es terrible lidiar con toda esa presión, porque no tengo la intención de hacer trizas nuestros autos antes de terminar el año, pero Krieger es demasiado agresivo y no puedo dejar que pase por encima de mí, así que también debo llevar todo al límite. Lo único que puedo hacer es esperar a que no haya ningún accidente.

A la mitad de la carrera hago una parada en boxes. Krieger aprovecha esa oportunidad y se roba mi lugar, lo que enciende un sentimiento de odio que me obliga a presionarlo desesperadamente y sin medir las consecuencias. Ni siquiera escuché lo que dijo Harris en ese lapso, porque solo me concentré en recuperar mi lugar.

Cuando salimos del túnel, mi desesperación por obtener la primera posición aumenta, ya que estamos a punto de iniciar la última vuelta. El circuito es muy estrecho y las posibilidades de que pueda adelantar son casi nulas.

Y cuando creí que no tendría oportunidad, algo ocurrió: Krieger perdió el control de su monoplaza y chocó contra el muro. Por suerte estábamos a varios metros de distancia y pude esquivar a tiempo.

No tardó mucho tiempo en salir el auto de seguridad para que los demás pudieran retirar los restos de la pista.

—Creo que es la primera vez que le sucede eso —dice Harris con sorpresa—. Bien hecho, Lilith. Asegúrate de recuperar tu lugar.

La carrera continúa después de esa breve pausa y ya no me siento estresada, porque la única persona que me ocasiona un fuerte dolor de cabeza se ha ido.

Ahora puedo ver la bandera de cuadros en la cima del muro mientras se mueve con elegancia.

Y cuando cruzo la meta, todas mis preocupaciones se desvanecen.

EL GRAN CIRCO/FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora