Capítulo 36

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LILITH VETTMOND.

Durante días estuve deprimida por culpa de la conversación de aquella cena. No quería comer, no quería entrenar y tampoco tenía ganas de salir con Johan. Había perdido todas las fuerzas que me mantuvieron de pie todo este tiempo. 

El hecho de que mi padre haya hecho todas esas cosas solo para convertirme en lo que él deseaba que me convirtiera, fue la gota que derramó el vaso. La única razón por la que continuaba ganando, era por él. Ahora que todas sus mentiras han sido reveladas, ya no tengo nada por hacer.

Quizás vivir como su creación se ha llevado toda mi energía.  

A pesar de que ya no estaba tan enfocada en mi futuro, aún había una persona que le preocupaba mi estado de salud mental.

—Tienes que comer, Lilith —dijo Johan mientras cortaba los trozos de fruta—. La felicidad también depende de una buena comida. 

—No tengo hambre —respondí.

Johan se sentó en la orilla de la cama y tocó mi brazo.

—¿Ya estás lista para decirme quién te hizo llorar? —cuestionó en voz baja—. 

—Nadie, solo estoy cansada. 

—Eres la persona más fuerte que conozco y que de repente te sientas mal… Solo significa que alguien te hizo daño. Quiero nombres, Lilith. No me hagas repetirlo.

—¡Estoy bien, solo necesito descansar!

—Solo quiero que estés bien. No quiero que… —Se quedó sorprendido cuando empecé a llorar. Las cosas se habían salido de control y lo único que deseaba era un abrazo, el cual me dio de inmediato—. Puedes decirme cualquier cosa. 

Me aferré a él con fuerza y dije lo primero que se me vino a la mente, porque no tenía la energía necesaria para explicárselo todo. 

—Es que… Ellos quieren separarnos —dije—. Su objetivo es que estemos en diferentes escuderías y no estoy preparada para eso. 

No podía decirle la verdad, porque es mi problema. De mi depende decidir lo que haré con lo que vi durante esa cena y tampoco quiero preocupar de más a  Johan, sin embargo, cuando vi su expresión de rabia,  por un momento creí que había cometido un error.

—¿Qué quieren hacer qué? —respondió con firmeza y me sentó en su regazo—. ¿Quién carajo dijo eso? 

—Lo escuché  cuando estaba en una cena con… Y. Ni siquiera sé por qué le doy tanta importancia. Es algo que debe pasar en algún momento, pero no quiero que sea ahora.

Esa era la verdad.

Me aterra pensar que él y yo terminemos odiándonos por la ambición de nuestra familia. 

—No, preciosa. Nadie te va a separar de mí. —Besó mi mejilla con delicadeza—. Deja que me encargue de esto, ¿sí? 

—No hagas nada imprudente. Ya tenemos suficientes problemas y yo no quiero lidiar con algo más grande. 

—No haré nada que te estrese. —Limpió mis lágrimas—. Nada que te hiera, nada que odies. Si me dices que quieres dejar la escudería porque necesitas espacio, no te lo impediré. Si dices que ya no te sientes cómoda conmigo, me iré. Te adoro mas que a cualquier otra cosa en el mundo y sacrificaría lo que sea con tal de verte feliz. Pero si alguien intenta obligarte, me encargaré personalmente de esa persona. 

Por un momento dejé de llorar y sonreí. Me sentía patética por mostrarme tan vulnerable enfrente de él, pero al mismo tiempo me reconfortó saber que alguien estaba de mi lado y me ayudaría. 

EL GRAN CIRCO/FinalizadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora