Krieger es el piloto más dominante de Fórmula 1.
Es conocido por ser despiadado y letal al conducir; razón por la que ha sido 5 veces campeón del mundo.
Pero su reinado se verá amenazado con la llegada de un misterioso piloto que al parecer, es el ú...
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La junta para hablar sobre la campaña publicitaria se llevará a cabo en 2 horas dentro de las instalaciones de Dattras, así que Andrew me ha ordenado quedarme fuera de esto y evitar contacto directo con Krieger y Augusto. No tenía planeado saludarlos, de todos modos. Mientras más lejos estén de mí, mucho mejor.
Es por eso que cuando Andrew empezó a prepararse para recibirlos, Xander, Juliette y yo nos fuimos al circuito privado de Dattras. No es tan grande como el que se usa en un GP, pero funciona para prácticas normales. Estamos aquí porque Juliette me pidió que le mostrara a qué velocidad podía conducir, ya que para ella, el monoplaza parece un cohete.
Por ahora usaremos el auto de practicas que solía pertenecer a un piloto de la NASCAR. Se le hicieron varias modificaciones cuando Andrew lo adquirió, pero todavía es rápido.
—Ponte el casco —ordené, antes de entrar al auto y ajustar el cinturón—. Este auto fue parte de mis inicios. ¿Te gusta?
—Se ve un poco viejo —respondió entre risas.
—Sí, pero... todavía funciona.
—¿Es veloz?
—No tanto como un F1, pero lo suficiente como para que te orines del miedo.
—¡Muéstrame! —pidió con entusiasmo.
Después de que Juliette subió y ajusto el cinturón de seguridad, pisé el acelerador y fui aumentando la velocidad conforme avanzábamos en la recta. Ella se aferraba al asiento y en cada curva se le salía un ligero grito acompañado de algunas risas.
Doy unas tres vueltas al circuito antes de frenar frente a Xander y terminar con la demostración.
—¿Eso fue todo? —replicó—. ¡Solo un poco más!
—Ya pasó tu hora de dormir, señorita. Tienes que descansar —respondí.
Juliette infló las mejillas.
—¿Es verdad que manejas a esta velocidad en todas las carreras?
—Más —respondí y bajé del auto. Xander y yo compartimos una mirada cómplice—. ¿Quieres intentarlo?
—No soy suicida y odio los autos rápidos —respondió de inmediato.
—¡Otra vuelta! —intervino Juliette con entusiasmo.
—En otro momento. Hoy tengo que darle mantenimiento a estos autos.
—Pídele a alguien de nuestro equipo que lo haga —sugirió Xander.
—Disfruto más hacerlo por mi cuenta.
—Muy bien. Dejaré que lo hagas solo porque será la única noche a solas que tendrás. Después de este día, volveremos a la rutina habitual.
Resoplé. —Y será jodidamente estresante.
—¿Quieres que lleve a Juliette a su habitación?
—No, ya está grande para ir sola. —Me incliné hacia ella para darle un abrazo—- Descansa, jovencita.
