Krieger es el piloto más dominante de Fórmula 1.
Es conocido por ser despiadado y letal al conducir; razón por la que ha sido 5 veces campeón del mundo.
Pero su reinado se verá amenazado con la llegada de un misterioso piloto que al parecer, es el ú...
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El primer día de práctica termina conmigo en el quinto lugar y Krieger con el séptimo en la vuelta más rápida. Ni siquiera estamos decepcionados con los resultados, porque solo fuimos a probar el circuito y verificar si el auto tiene alguna falla, así que no tiene caso desgastarnos en algo que no es tan importante.
Xander y yo salimos de los vestidores cuando terminé de cambiarme y decidimos visitar el garaje de los demás equipos para observar el trabajo de los mecánicos. Algunos nos prohibieron estar ahí y otros permitieron la cercanía. Todo depende de la ventaja competitiva que tienen: si es mucha, no te dejan ver para que no descubras sus secretos, si es poca, ni siquiera se preocupan.
De pronto, alguien se aferró a mi brazo con vigor y yo me aparté con brusquedad cuando el tacto de esta persona me hizo pensar en mil maneras de morir: acuchillada por los fans de Xander. Para mi sorpresa, me encontré con unos ojos verdes llenos de vida. Es Ginger.
—¿Por qué no me dijiste que eres novia de Xander? —preguntó, con un ápice de decepción.
Solté un suspiro de alivio.
—No es algo que todos necesiten saber —respondí.
—Mi hermano me dijo que además de ser pareja de Xander, eres ingeniera.
Levanto ambas cejas con sorpresa.
¿A poco sí, Krieger?, pensé.
Al menos cumplió con el trato.
—Sí, es una tarea emocionante —respondí.
—¡Yo también! —exclamó con entusiasmo y luego inclinó la cabeza a un lado—. Seremos compañeras de trabajo, ¿no te emociona?
—No trabajamos para el mismo equipo.
—Pero cuando los chicos no se estén matando, podemos ir por un café.
Sonreí a medias.
—Parece una buena idea.
Ginger habló sobre lo estresante que es trabajar para una escudería y todo el sacrificio que debe hacer para dejar a su hija de cinco años al cuidado de una niñera cuando los tiempos no le dan para más.
—¿Eres madre? Te vez muy joven —dije.
—Tengo veinticuatro. Estoy en la edad exacta.
—¿Y cómo es la maternidad? ¿Te gusta?
—Me encanta. Mi hija es mi adoración.
—Debe ser lindo verla crecer junto a tu esposo.
—Soy madre soltera.
—Mierda, lo siento mucho.
Sonrió. —Descuida, fue por decisión. No toleraba a mi esposo después de la boda. ¿Tu piensas ser madre?
