Nunca Me Olvides

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Narra Emily

Hoy es el día, ella se irá y no hemos tenido contacto en días, ni siquiera sé qué voy a decirle, si pudiera elegir de quién enamorarme las cosas serían más fáciles, pero lamentablemente no tengo ese poder. Debo dejarla ir, dejar que sea felíz, dejar que otras personas la vean reír, bromear, gritar, llorar y brillar de esa forma tan única que creí que sólo me regalaba a mí.

Los minutos en el auto se sienten pesados, las gotas de lluvia afuera caen, retumbando en el fondo de mi corazón, aplastándolo hasta no dejarlo respirar. Quisiera volver a ser sólo una insignificante célula en el vientre de mamá, sin tener que preocuparme por cosas tan complejas como el amor, la familia, la sociedad, el acoso y los miles de problemas que nos azotan sólo por ser humanos. Quisiera no sentir, así no dolería tanto, así la vida me pesaría menos.

- Ya estamos aquí - la voz de mamá me sacó de mis pensamientos, mis ojos cristalizados la miraron, como si ella pudiera hacer algo para aliviar mi dolor.

- Estaremos contigo - dijo mami, colocando su mano cálida sobre mi hombro.

- Lo sé - suspiré, bajando del auto para enfrentar esa dura despedida en el aeropuerto de Seattle.

Mis mamás se quedaron unos pasos atrás, saben que ésto es algo que debo hacer sola.

Ella se vé tan feliz con ellos, es como si estuvieran destinados a encontrarse y estar juntos ¿Qué tan egoísta puedo ser? ¿Por qué me duele tanto dejarla ir a pesar de saber que es lo mejor?

- Hey, pelirroja...- dijo, quitándome el trance que me había consumido.

- Hey...te traje algo para tu viaje - dije, entregándole unos chocolates que había guardado para ese momento.

- Gracias, me gusta tu lado detallista - bromeó, tomando mi presente.

- Oh, cierra la boca - reí, conteniendo ese nudo en la garganta que quebraba mi voz.

- ¿Quieres conocer a Dave y Christine? - preguntó, entrelazando su mano con la mía como siempre lo hacía, parecía que no podía caminar sin tenerme atada a su extremidad, se había hecho una costumbre para ambas.

Asentí con timidez y me dejé llevar hacia las personas que cambiarían su vida para siempre.

- Dave, Christine...ella es Emily - dijo, dándome un empujoncito para que me presentara.

- H-hola, es un placer conocerlos - dije, extendiendo mi mano para darles un saludo de adulto.

La mujer, rubia, alta y con unos rizos espléndidos sobre su cabeza, no dudó en lanzarse para darme un abrazo fuerte y sentido que me dejó sin habla.

- Gracias por haber salvado a Hannah, todo lo que escuchamos de tí es tan maravilloso que parecía ser irreal...pero eres bastante real - dijo, limpiando algunas lágrimas e intentando reír para no incomodarme.

- Yo...sólo hice lo que sentí correcto - dije, encogiendo mis hombros.

- Oh, no seas modesta, linda, eres un angelito - dijo Dave, con una mano sobre la espalda de su mujer.

- Yo tuve una historia muy similar a la de Hannah cuando era niña...pero no tuve a una Emily que me salvara en ese entonces, gracias a tí ahora somos una familia - dijo Christine, con la voz completamente rota.

Me limité a sonreír y compartir su emoción, no sabía qué más hacer, nunca me sentí especial por darle mi apoyo a quién lo necesita. Mis mamás me criaron para ser amable y empática.

- ¿Esa es tu familia? Nos encantaría poder hablar con ellas - dijo Dave, señalando con la mirada a mis madres, que nos observaban desde la distancia.

Algo Contigo // Segunda Parte // MeddisonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora