capitulo 33

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Rocío sabía que la situación era delicada, y aunque Abril no parecía estar lista para enfrentar el caos emocional en el que se encontraba, sabía que al menos debía sacarla de la casa, de la dolorosa soledad en la que la había dejado Samantha. Con una sonrisa tranquilizadora, le dijo a Abril:

—Ven, te voy a llevar a casa. Te vendría bien un cambio de aire. Aldo y yo estaremos allí, y puedes descansar. 

Abril dudó por un momento, mirando el teléfono que descansaba en la mesa de café. El corazón le daba saltos, pero en el fondo sabía que quedarse en casa sin hacer nada solo alimentaba su angustia. Con un suspiro, finalmente asintió.

—Está bien... necesito un poco de espacio. 

El viaje hacia la casa de Rocío fue silencioso, con Abril mirando por la ventana, mientras las palabras de Rocío intentaban consolarla. No lograba quitarse la sensación de vacío. ¿Cómo había llegado a esto? Su mente seguía obsesionada con el perfume de Natalia, con los besos en la camisa de Samantha, con la traición que no podía olvidar, por más que quisiera. 

Cuando llegaron, Aldo estaba sentado en el sofá, viendo una película mientras tomaba una cerveza. Él saludó a las dos con una sonrisa, pero se notaba que su rostro se suavizó al ver la expresión triste de Abril. 

—¿Cómo estás, Abril? —preguntó Aldo con tono preocupado. 

Abril forzó una sonrisa, aunque se notaba la fatiga emocional en sus ojos. 

—Sobreviviendo —respondió ella, tomando asiento cerca de él. 

Rocío se encargó de poner algo de comer y, aunque la casa estaba tranquila, el aire parecía estar cargado de una tensión silenciosa. Abril sentía que no podía relajarse, el peso de lo que había sucedido la seguía envolviendo, incluso en ese lugar que solía ser un refugio.

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Mientras cenaban, alguien tocó la puerta. Rocío se levantó para abrir, y en el umbral apareció un hombre que Abril no veía desde hacía años. Era ivan, un viejo amigo de la infancia. Siempre había sido un chico encantador, con una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación. Su amistad con Abril había sido cercana durante la adolescencia, pero la vida los había llevado por diferentes caminos, y hacía tiempo que no se veían.

—¡Vaya, mira quién está aquí! —exclamó ivan con una sonrisa amplia, abrazando a Rocío antes de volverse hacia Abril—. ¿Abril? ¿Qué tal? 

Abril se levantó lentamente y le sonrió débilmente. 

—ivan, cuánto tiempo... —su voz sonó distante, como si los recuerdos de esos días más felices ahora estuvieran envueltos en una niebla. 

Ivan la miró con preocupación. 

—Veo que no estás muy bien... ¿Puedo quedarme un rato? —preguntó con amabilidad. 

Rocío los invitó a sentarse y enseguida ivan intentó hacer sentir a Abril lo más cómoda posible. Sabía que no era el mejor momento para hablar de viejos tiempos, pero la intención era ayudarla a salir de su cabeza, al menos por un rato.

—Oye, ¿te acuerdas de aquellos veranos en la casa de campo? —le preguntó Ivan mientras se sentaban todos juntos. Abril lo miró un momento, recordando las risas y los días soleados.

—Sí, cómo olvidarlo... —respondió ella, sin muchas ganas de entrar en detalles. Pero la conversación comenzó a fluir un poco más, y aunque Abril no dejaba de pensar en Samantha, al menos estaba empezando a sentirse un poco menos sola. 

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Mientras la noche avanzaba, la conversación se fue relajando. Aldo y Rocío comenzaron a hablar sobre proyectos de la casa, mientras ivan y Abril se quedaron conversando de manera más tranquila en un rincón, alejados del bullicio de la cena. Al principio, Abril trató de no hacer contacto visual, sintiendo el peso de la culpa sobre ella. Pero Ivan, con su naturaleza encantadora y su amabilidad, logró hacerla reír un par de veces.

black death (rivari g¡p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora