capitulo 28

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Una tarde, cuando Abril regresaba a casa después de una visita al centro comercial.encontró a Samantha en la sala con una expresión seria, los labios apretados en una línea fina. Vicky jugaba en el jardín con Laura, ajena a la tensión que se respiraba en el ambiente.

-¿Qué pasa? -preguntó Abril, dejando las llaves sobre la mesa mientras se acariciaba el vientre instintivamente.

Samantha se levantó lentamente, caminando hacia ella con pasos firmes.

-Tu padre está aquí -dijo, con un tono bajo pero cargado de advertencia.

Abril sintió que el mundo se detenía. Su corazón comenzó a latir con fuerza, y un frío la recorrió de pies a cabeza. No había visto a Abelardo en años, no desde que lo dejó todo atrás, desde que se alejó de su influencia tóxica y destructiva.

-¿Aquí? -preguntó en un susurro, como si no pudiera creerlo.

Samantha asintió y señaló hacia la cocina.

-Está esperando. No quería que entrara, pero insistió. Dice que tiene algo que decirte.

El rostro de Abril se endureció. Inspiró profundamente, acariciando su vientre una vez más como si buscara fortaleza en la vida que llevaba dentro. Sin decir una palabra más, caminó hacia la cocina, dejando a Samantha observándola desde la puerta con una mirada vigilante.

### **El enfrentamiento**

Abelardo estaba de pie junto a la mesa, luciendo exactamente como Abril lo recordaba: un hombre de presencia imponente, con una sonrisa que siempre parecía estar al borde del desprecio. Cuando la vio entrar, esa sonrisa se amplió.

-Abril, mi niña. Qué sorpresa verte tan... radiante -dijo, mirando su vientre con una mezcla de burla y desdén.

-No soy tu niña -respondió Abril con frialdad, deteniéndose a una distancia segura-. ¿Qué haces aquí, Abelardo? No tienes nada que buscar en mi vida.

Él soltó una risa corta, sarcástica.

-Ah, pero eso no es cierto. Siempre serás mi hija, aunque decidas jugar a la casita con... esa mujer -escupió las palabras con desprecio-. Admito que estoy sorprendido. Nunca pensé que llegarías tan lejos. Ser la favorita de Samantha Rivera, incluso dándole un hijo... Vaya, fuiste una buena puta para ella, ¿no?

Las palabras cayeron como un golpe, pero Abril no se inmutó. Sus años junto a Samantha, su amor por Vicky y el bebé que llevaba en su vientre, le habían dado una fortaleza que Abelardo nunca podría comprender. Alzó la cabeza, sus ojos brillando con determinación.

-Te prohíbo que hables de mi esposa o de mi familia de esa forma.

Abelardo arqueó una ceja, divertido.

-¿Esposa? ¿Así le llamas ahora?

-Sí. Soy la señora de Rivera -dijo Abril, con voz firme-. Y no eres nadie para venir aquí a intentar arrastrarme de vuelta a tu mundo miserable. Samantha me ha dado algo que tú nunca podrías: amor, respeto y una verdadera familia. Y no voy a permitir que ensucies eso.

Abelardo la miró fijamente, como si no pudiera creer la fuerza con la que su hija le hablaba. Pero tras un momento, su expresión se torció en una mezcla de furia y desdén.

-Siempre fuiste demasiado orgullosa para tu propio bien. Pero ya verás que la vida no es tan simple. Cuando Samantha se canse de ti, volverás arrastrándote.

Abril se acercó un paso, sus ojos encendidos.

-No me conoces, Abelardo. Y si algo he aprendido en esta vida, es que no necesito tu aprobación ni tu veneno. Ahora, quiero que te vayas. No vuelvas a esta casa, no vuelvas a acercarte a mi familia. Porque si lo haces, no será a mí a quien enfrentes, sino a Samantha. Y créeme, no quieres eso.

black death (rivari g¡p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora