capitulo 32

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Samantha llegó a casa a trompicones, el sonido de sus botas resonando contra el suelo de madera mientras intentaba, con poca destreza, encontrar sus llaves en el bolso. El alcohol aún enturbiaba sus sentidos, pero no lo suficiente como para ignorar la culpa creciente que la devoraba. 

Cuando finalmente logró abrir la puerta, el olor familiar de su hogar la envolvió. Era un aroma cálido, una mezcla de lavanda y el jabón que Abril siempre usaba para limpiar. Ese contraste con el perfume fuerte y floral de Natalia, que aún impregnaba su ropa, la hizo detenerse por un segundo. 

**“Tal vez Abril ya está dormida”**, pensó Samantha, intentando no hacer ruido mientras cerraba la puerta detrás de ella. Pero entonces vio la luz tenue del salón. Abril estaba despierta. 

—¿Sam? —preguntó Abril desde el sofá, con voz baja pero cargada de algo que Samantha no pudo identificar del todo. 

Abril estaba sentada con las piernas cruzadas, un vaso de agua en la mano y el rostro visiblemente cansado. Su vientre redondeado destacaba bajo el pijama holgado, un recordatorio de todo lo que estaban construyendo juntas. 

Samantha intentó sonreír, pero su nerviosismo la traicionó. 

—Hey... ¿Qué haces despierta? 

—Te estuve esperando. —La voz de Abril era suave, pero había un filo en sus palabras. Se levantó lentamente, dejando el vaso sobre la mesa. Mientras avanzaba hacia Samantha, su mirada se tornó más fija—. ¿Estuviste bebiendo? 

—Un poco —admitió Samantha, encogiéndose de hombros como si no fuera importante. 

Abril se detuvo a un paso de ella, sus ojos recorriéndola con más detalle. Fue entonces cuando lo notó: la mancha de lápiz labial en el cuello de la camisa de Samantha. Un beso perfectamente delineado, de un rojo intenso que no podía ser suyo. 

—¿Qué es esto? —preguntó Abril, con una calma que asustaba más que si hubiera gritado. 

Samantha miró hacia abajo, siguiendo la dirección de la mirada de Abril. Intentó pensar en algo, cualquier cosa, que pudiera decir para justificarlo, pero su mente estaba completamente en blanco. 

—No es lo que parece... 

Abril dejó escapar una risa amarga, interrumpiéndola. 

—Claro que no lo es. Porque lo que parece es que mi esposa, la madre de mi bebé, acaba de llegar a casa oliendo a otro perfume, borracha, y con un beso que no es mío en su camisa. Así que, por favor, explícame qué No estoy viendo. 

Samantha se llevó una mano a la cara, sintiendo que el mundo se derrumbaba a su alrededor. 

—Fue un error... No significó nada. 

Abril dio un paso atrás, como si las palabras de Samantha la hubieran golpeado físicamente. 

—¿Un error? —repitió, su voz quebrándose. Se llevó una mano al vientre, como si estuviera tratando de proteger a su bebé de lo que estaba ocurriendo—. ¿Un error que llevaste puesto hasta nuestra casa? 

—Yo... no sé qué pasó, Abril. Estaba borracha. Solo... se salió de control. 

Los ojos de Abril se llenaron de lágrimas, pero se negó a dejarlas caer. 

—¿Sabes lo que es peor, Sam? Que yo confié en ti. Me quedé aquí, cuidando de este bebé, soñando con la familia que íbamos a tener juntas, mientras tú... 

La voz de Abril se quebró completamente, y se dio la vuelta, incapaz de mirar a Samantha. 

—Abril, por favor... —Samantha trató de acercarse, pero Abril levantó una mano para detenerla. 

black death (rivari g¡p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora