3.

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Damián Vitale (22 años)

Camino a abrirle al fastidioso de Marquito me hecho un vistazo en el espejo para ver qué aspecto tengo. Mi cabello es un maldito desastre, por lo que paso las manos por este tratando de aplacarlo antes de seguir y abrirle.

—Hola, Marquito —lo saludo y entra sin esperar mi autorización— bienvenido, siéntete como en casa.

Mira alrededor atentamente.

—Es extraño hasta verte aquí considerando que te la vives en casa de nuestra madre. De seguro tienes alguna de tus gomaah aquí —toma asiento en el sillón.

Me rio de él.

— ¿Qué diferencia hacen las chicas con las que me acuesto con Valerie? Valerie es tu jodida gomaah también, Marquito aunque ella se ponga el título de novia —me burlo cuando me empuja tomándome del cuello de mi camisa— la verdad duele ¿no?

—Cierra la puta boca.

—Hum, fibra sensible —me rio y lo rodeo para tomar una copa. Marquito siempre ha sido así de susceptible— Valerie es guapa y todo, pero no vale la pena que pierdas todo en la cosa nostra por ella. Además yo creo que Matteo primero la mataría antes de permitirte hacer eso.

Bufa y acepta la copa que le tiendo.

—Matteo, no asesina mujeres. Tú, por otro lado...

—Ah, vaya, nos estamos tirando flechas —me siento bebiéndome de un trago mi whisky— honestamente no sé porque me atacas sobre mis, eh, actividades cuando yo soy quien menos mierda te tira con Valerie. Sé que no serias tan estúpido como para sacrificar todo por un coño. Digo, no sé cómo sea su coño aunque sus besos si eran muy buenos...

El vaso cae y Marco se encuentra sobre mí dándome un puñetazo. Se lo regreso hasta que ambos terminamos en el sillón. Marco se sienta negando con su cabeza.

—Mierda, Damián a veces simplemente siento que te asesinare.

—Hay muchos que comparten el mismo sentimiento —me encojo de hombros— pero, ¿a qué venias a mi humilde hogar interrumpiendo mi tiempo?

—Matteo, finalizo el acuerdo con la cosa nostra de Italia.

—Ah, si —encarno mi ceja— ¿Y qué?

—Nuestro primo Bastien mandara una de sus primas como matrimonio para alguno de nosotros. Le molesto que no fuera Matteo, pero este se casó con Stella. Quedamos nosotros...

—Definitivamente no seré yo —paso mi mano por mi cabello— no estoy para eso y Matteo ya había quedado que serias tú.

—No quiero hacerlo.

—Es tu deber. Mira, Matteo te nombro su consigliere incluso por encima de Nicolás, yo eventualmente me iré a gobernar Filadelfia o Washington, depende de quién muera primero de esos hombres.

—Mierda, Damián...

—Ni modo, Marquito, ve y se el hombre de honor que tanto dices ser y vete de mi casa —le sonrió al maldito rostro idéntico al mío, pero a pesar de eso sé que soy más atractivo— ya te diste el gusto de golpear mi atractivo rostro, ya me di el gusto de hacerte enojar; vete a tu apartamento con Valerie.

Me mira un momento antes de negar y caminar a la salida. Lo sigo sonriéndole hasta que desaparece de mi vista. Sirvo otro vaso de whisky ante de bebérmelo e ir a mi habitación donde se encuentra Marena.

Recargo mi frente en la puerta antes de abrirla.

M I E R D A.

—Mierda.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora