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Marena Bianchi

Una semana después...

Suspiro dejando caer el teléfono lejos del chat del estúpido de Damián. No me ha mandado ningún mensaje y el último que le mande me lo respondió de forma cortante donde realmente no tuve nada más que decirle.

¿Acaso esto, lo que sea que era, se terminó? Probablemente, pero el maldito debió decírmelo de frente. Fue muy bueno iniciándolo todo, pero un cobarde para terminarlo por lo visto.

Tocan a mi puerta y suspiro viendo a Adela entrar. Lleva al pequeño bebe en sus brazos; no es porque yo sea su hermana mayor, pero Pablo es hermosísimo.

— ¿Se te ofrece algo, Adela?

—Solo avisarte que deje comida en el microondas por si te da hambre más tarde —se acerca y me acaricia el cabello. Inspecciona mi rostro— ¿estás bien? Te he notado muy triste, piccolina.

Le sonrió.

—Estoy bien.

— ¿Es por la universidad? De verdad, desearía que nuestra situación económica fuera otra para que así...

— ¡No es por eso! —Me apresuro a negar y suspiro— no tiene nada que ver, Adela, lo juro. Además amo a Pablo.

—De todas formas...

—Ya será el próximo año —le sonrió— no te preocupes.

Pablo se remueve y ella lo arrulla.

— ¿Por qué estás tan triste? Sabes que puedes contarme lo que sea. Ya sé que no soy tu madre, pero te quiero como si yo misma te hubiera tenido.

—No es nada en concreto —paso mis manos por mi rostro— quizá es mi regla que está por llegar. Solo estoy decaída, no hay ninguna razón en específico.

Besa mi frente.

—Está bien, entonces. Dormiré a este jovencito y yo tomare una siesta.

Asiento y en cuanto sale miro mi celular viendo de nuevo que Damián está en línea, pero no se molesta en hablarme o algo.

.

.

—Danilo le pidió a mi padre mi mano —Nella se voltea y está sonriendo. Yo, por otro lado, tengo la boca abierta— casi me muero cuando mi padre me lo informo. O sea, estuvo tonteando conmigo varias veces en las carreras, pero no pensé que fuera a hablar con mi papá.

— ¡Te vas a casar! —La abrazo con fuerza y ambas chillamos.

—Aun no hablamos, pero creo que pediré que la boda sea por abril. Me encanta abril.

—Estamos en noviembre apenas tendremos tiempo para organizarlo, bueno si quieres que te ayude —me golpea el brazo y me rio— claro que me necesitas para la combinación de colores.

Suspira con una sonrisa dejándose caer en la cama. Como la envidio en estos momentos, pero es una envidia sana; Nella merece todo esto y más.

— ¿Cuál es el apellido de Danilo? —Pregunto.

—Santoro.

—Antonella Santoro —me dejo caer junto a ella sonriendo— suena bien. Señora Santoro.

— ¡Oh Dios! —Se ríe y me también lo hago— ¿Marena Vitale?

Y con eso mi risa muere. Dios, lo que menos quiero es recordar a ese grandísimo cabron.

—Creo que terminare soltera.

—O serás Marena Reduzzi.

Arrugo mi nariz.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora