Demonio

19.

[PASADO]

Damián Vitale, 13 años.

Cruzo los brazos fastidiado hasta que mi padre me toma con fuerza desde el cuello llevándome hacia una puerta.

— ¿Qué hice? —Su fuerte agarre en mi cuello se afloja, pero sigue siendo firme— Ya ni me he acercado a ninguna de las mujeres...

—Putas —me sisea en voz baja— ellas son putas.

— ¡Ya no me he acercado a ninguna de las putas! —Espeto y gruño cuando me suelta haciéndome tropezar.

—Cuida tu tono conmigo.

Miro a mi alrededor viendo que estamos en la bodega. Solo me ha permitido venir dos veces, pero solamente se me permitió verlos torturar jamás fui parte de ello; mi padre dice que es para que observe y aprenda, y he aprendido mucho. Pero... no me gusta torturar, soy mejor en las carreras y hago negociaciones altas allí y un buen dinero.

Aun no tengo mi propio auto, pero al ser un Vitale conseguir un auto es pan comido. Mi apellido me da muchos beneficios, pero no le daré todo el crédito. Soy bueno en pelea también, ¿Hay algo en lo que no soy bueno? Aun no lo descubro y espero jamás descubrirlo. Incluso mi apariencia es buena.

Un grito contenido me saca de mis pensamientos y dirijo mi mirada hacia un rincón en la oscuridad. Frunzo el ceño hasta conseguir ver una pierna moverse con desesperación.

— ¿Quién es ella?

—Alguien de quien nos debemos deshacer —Comienzo a negar con mi cabeza recordando cómo me obligo a deshacerme de Ofelia hace unos meses— ¿No? —me obligo a no tensarme cuando baja notablemente su voz— Damián...

—Papá... —comienzo y me detengo porque si suplico él solo hará algo peor— ¿Por qué?

— ¿Qué? —Me obliga a elevar mi mirada hacia él. Los ojos fríos y vacíos de él me observan analizándome y casi creo que puede leer mi mente.

—La organización no lastima a las mujeres —digo sintiendo un sabor amargo llegar a mi boca. Esto es lo más hipócrita de la organización; dicen no lastimar a las mujeres, pero hay miles de esclavas y son mujeres.

—Nuestras mujeres no son lastimadas —luego señala a la mujer que grita ahogadamente y trata de echarse más hacia atrás— ella es una puta de la Bratva. ¿Qué crees que hacen los rusos con nuestras mujeres? ¿Qué crees que ellos le harían a tu madre si llegan a ponerle las manos encima?

Trago.

—La torturarían.

—Exacto, hijo —me suelta— por eso empezaremos a hacerles lo mismo que ellos hacen con nuestras mujeres. Vamos a matarlas.

—Ella no tiene la culpa —digo antes de pensarlo. Papá se ríe secamente y palmea mi mejilla fuerte; se ríe mientras lo hace hasta que arde.

—Pensé que no eras como tus hermanos —sacude la cabeza— ojala haya alguien que piense como tu cuando tomen a tu madre...

— ¡Nadie va a tomar a mi madre!

—Lo harán si no les damos una muestra de con quien se están metiendo.

Dudo. Maldita sea, mi mamá siempre ha dicho que no debe dañar a ninguna mujer y no me gusta. Además ella está en desventaja.

—Vamos muchacho, demuéstrame que no eres como tus hermanos.

—Papá...

—Juro por Dios, Damián que si no haces lo que te digo lo que le haga a ella será nada comparado con el castigo que te pondré a ti... o a tu madre. ¿Quieres más a una puta rusa que a tu maldita madre?