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Damián y yo hemos vuelto a la misma frialdad de antes. Y no fue cosa mía, es algo de él. Despertamos y él estaba en el baño, no le hable cuando salió y todo lo que dijo fue "tenemos que ir por tu equipaje. Nos vamos a Washington en dos horas". Bien, pues solo asentí sin decirle nada y todo ha sido silencioso desde entonces.

Ya incluso el avión está a punto de despegar y seguimos sin hablar. Vaya mierda, pero tampoco tengo intención de hablarle.

Su hermano mayor Matteo se encuentra con nosotros. Su esposa también vino lo que es un alivio porque si no estaría dispuesta a lanzarme fuera del avión.

—Debió ser difícil escoger casa desde lejos —comenta ella cuando Damián y su hermano se alejan de nosotras. Asiente suspirando— no puedo imaginarme escogiendo casa desde una página web. Tarde muchísimo en escoger mi casa y necesite mucha ayuda.

—Me hubiera gustado verla, pero no había forma —murmuro y sonrió— de todas formas, realmente no me importaba mucho la casa.

Nos quedamos en silencio.

—Lamento mucho toda la situación con tus padres.

—Mi padre —la corrijo— Adela, no tiene demasiado problema. Mi padre es quien sí, pero... ya ni siquiera viviré en la misma ciudad que él así que será menos estresante.

—No deberías estresarte tanto. El estrés puede ser peligroso en el embarazo —acaricia su estómago y por primera vez caigo en cuenta que hay algo dentro de mí— yo estoy muy emocionada por mi embarazo. Y aun mas sabiendo que mi bebe va a tener un primo o prima.

— ¿Ya sabes que tendrás?

—No quise saber sin Matteo y desgraciadamente, él no pudo ir conmigo a mi pasado chequeo. Hasta la próxima semana me enterare.

Sonrió emocionada antes de borrar mi sonrisa.

—No he ido a ningún chequeo.

—Eso es peligroso, Marena. Estaremos una semana con ustedes te puedo ayudar a encontrar un buen doctor.

—Te lo agradecería mucho.

Stella es agradable y me gustaría mucho al menos llevarme bien con ella de toda esta familia. Bueno, y Gianna que también siempre fue agradable conmigo durante estas semanas de la preparación de la boda.

Pero ahora en Washington no conozco a nadie. Estaré tan sola y rodeada de gente que seguirá pensando que soy una escoria por la sangre que llevo; quizá no lo digan en voz alta pero lo seguirán pensando.

No me importa... no me importa... y no lo hará.

.

.

Una mujer en sus treinta nos espera en la entrada de la casa con una sonrisa. Esta vestida de manera formal. Rápidamente estrecha mano con Matteo y Damián, después con Stella y conmigo.

—Señores Vitale —asiente— señoras. Es un placer conocerlos. Yo me he encargado que cada aspecto de la casa funcione así como también he acomodado tres habitaciones listas para habitarse. ¿Gustan que les dé un recorrido?

—No —espeta Damián— ya la conoceremos nosotros.

—Oh... —ella luce perdida, pero a ambos hermanos nos les importa mientras pasan de ella hacia la casa con el equipaje.

—Gracias por sus servicios, señorita...

—Gabriella Williams —nos sonríe pero se ve incomoda. Saca una tarjeta— le dejo mi número por si surge alguna duda. Con permiso.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora