Demonio

17.

Encarno una ceja cuando Paolo llega al comedor donde cómodamente estoy desayunando con una caja en sus manos.

— ¿Paquetería?

—Sí, señora. Es para usted.

—Déjala en la sala por favor y gracias —asiente y se va.

¿Quién puede ser? Quizá Adela me ha mandado alguna de mis pertenecías. Termino mi desayuno porque al parecer este bebe hace que tenga demasiada hambre, incluso ayer desperté en la madrugada con muchísima hambre y tuve que bajar a hacerme un sándwich.

Tomo en mis manos la caja una vez llego a la sala con mucha curiosidad sobre que es. La sacudo, pero nada suena realmente así que comienzo a jalar las cintas para abrirlas y sonrió al ver un peluche de conejo pequeño dentro y muchos capullos de rosas.

Llego a pensar que son de Damián antes de desechar esa idea porque no es su estilo y además llega hoy así que si él me diera un detalle así seria cuando llegara del viaje.

Saco el peluche y veo la nota que tiene agarrado. Estoy nerviosa sobre esto porque apenas antier ocurrió lo del hombre en el restaurante del centro comercial ¿podrá tratarse del mismo? Si es así esto ya es más aterrador porque el hombre sabe dónde vivo.

Miro a mí alrededor de forma paranoica antes de abrir la carta. Sí, es la misma letra.

¡Te encontré!

Por favor, no vayas a creer que soy un tipo espeluznante, no lo soy. Solo tenía... curiosidad. No pretendo hacerte daño; además sé que estas casada y que vas a tener un bebe.

Jamás te haría daño ni a ti ni a tu bebe. Solo tengo un inofensivo enamoramiento por ti. Lo juro.

Vi este conejo y pensé en tu bebe. Espero no lo tires, te juro que no tiene nada.

Ojala te hubiera conocido antes de que te casaras. Todo hubiera sido diferente.

Saludos. Y cuídate.

-L.M.

Miro abrumada al conejo antes de tomarlo y volver a meterlo a la caja. Sí, tengo que decirle a Damián sobre esto.

.

.

Me sobresalto al sentir una presencia sobre mí antes de encontrarme con el rostro de Damián en medio de la oscuridad de nuestra habitación.

—Dios mío, deja dormir —Murmuro a pesar del molesto aleteo en mi estómago, que no tiene nada que ver con el bebe— ¿Qué tienes?

—Nada —dice.

—Hum... —murmuro y voy a darle la espalda para volver a dormir, pero no me deja.

—Extraño como éramos antes.

—Seguíamos peleando —señalo.

—Sí, pero peleábamos sin que fuera enserio. Era todo perfecto...

—Sin realmente serlo —me rio porque se escuchó demasiado tonto. Él también se ríe.

Besa mi cuello y me echo hacia atrás encontrándome con su mirada en medio de la oscuridad, comienzo a reírme levemente.

— ¿En serio solo viniste aquí y a decirme esto en medio de la noche, despertándome, para follar?

—No fue por eso... pero no me importaría ese extra.

—Eres un gran...

—Idiota, si —termina por mí. Entrecierro mis ojos.

—Deja de hacer eso de terminar las...