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Marena Bianchi (19 años)

—Eres una tonta —niega con su cabeza Nella— hace días lo vi coqueteando con una de las putas del club.

—Solo tenemos sexo —digo y consigo que mis voz no suena para nada afectada. Ella bufa.

—Claro, yo te creo.

—En serio.

—No tienes que mentirme, al menos no a mí —suspira— me preocupo por ti, Marena. Tus sentimientos por él son demasiado fuertes como para que juegues esta mierda con él.

Nella —Antonella—, es mi mejor amiga. Somos vecinas y nuestros padres pertenecen a la organización estando en los escalones más bajos. El padre de Nella fue un reclutador de mujeres: las seducía y las volvía prostitutas; Nella nació de una relación con una de ellas. Y los dos hermanos de ella también.

—Marena... sé que te duele que te lo diga, pero siento que te dejaste llevar por él por el simple hecho de que te trata bonito, pero Damián realmente es un imbécil.

Suelto un suspiro y dejo el cepillo a un lado.

—Lo sé, pero... no puedo evitarlo. De verdad lo quiero, Nella —cierro los ojos y cansada la miro— quizá eso me vuelve una estúpida, pero no puedo evitarlo. A veces desearía nunca haberlo conocido en primer lugar, pero luego... luego pienso que es fantástico vivir esta experiencia.

»Eres consciente de que, por la sangre que tengo, es probable que jamás un hombre de buen estatus en la organización se fije en mí o que mi padre termine casándome con algún soldado de bajo rango que solo va a tenerme como su esclava —me estremezco— al menos, por un tiempo, con Damián soy feliz. Y disfruto. Es bueno en, ya sabes, la cama.

Ella sonríe y luego se ríe.

—Tanto que folla me extrañaría que fuera malo el desgraciado —termina de ajustar sus aretes— ¿Estas segura que tu mama no va a decir nada?

—A mi papá le vale mientras no me meta en problemas —me encojo de hombros.

—Vas a meterte en problemas —rueda los ojos.

—Pero él no lo sabe —me rio y tomo mi bolsa checando tener suficiente dinero— vamos. La carrera comienza en una hora y...

—Damián quiere su manoseo de buena suerte, sí, sí, sí.

—Eres una gran imbécil a veces.

.

.

Mantengo mi vista alejada de Damián mientras lo veo hablando acaloradamente con su hermano gemelo. Nadie sabe de lo mío con él, bueno quizá el tipo que se encarga de las carreras con él: Leone, pero fuera de eso nadie. A pesar de que no se me estima mucho soy la hija de un soldado y debo de mantenerme segura y virgen, no follando con cualquiera.

Desvió mi mirada hacia Nella que platica con Danilo que es el capitán de un gran grupo de soldados. Danilo rara vez viene aquí, pero desde que Nella y él se conocieron viene muy a menudo.

—Fíjate, estúpida —le digo a una de las chicas que se encargan de abrir las carreras cuando me empuja. Sé que lo hizo apropósito la muy maldita.

—Lo que sea, zorra —me responde y sigue caminando.

Ella era quien se encontraba con Damián el día que lo conocí y desde entonces no me soporta.

— ¡Ey! —Volteo rápido y sonrió al ver a Geronimo. Él es muy amigo del hermano mayor de Nella— que bueno es verte, Marena. Te vez muy bien.

—Gracias. Tu igual.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora