24.

679 35 9
                                    

Me despierto a la mañana siguiente sin Damián a un lado de mi cama dormido. Sé que durmió aquí, pero debe de haberse despertado muy temprano. Me estiro poniéndome de pie para darme una ducha.

Me tomo alrededor de cincuenta minutos bañarme, arreglarme y bajar para tomar mi desayuno sorprendiéndome cuando me encuentro a Damián sentado cómodamente en su ropa deportiva.

—Buenos días —lo saludo y tomo asiento.

—Buenos días —me sonríe y vuelve su atención a su celular.

Sirven mi desayuno y mi bebe esta tan hambriento que rápido comienzo a devorarlo. Me estoy muriendo de hambre.

—Nadie te robara la comida —dice Damián y lo miro enojada antes de seguir con mi comida.

Trago y me limpio con la servilleta.

—Pensé que tenías que ir a trabajar.

—Y así es —suspira— Matteo va a venir en unos días.

— ¿Por qué?

—En estos días han ocurrido cosas. Tenemos gente que necesita ser interrogada.

Hago una mueca ante el significado oculto de eso y acaricio mi estómago donde el bebe comienza a patear. Se siente tan bien que se mueva.

Y de repente me acuerdo que no le dije sobre el incidente con Luka... no después de nuestra última plática ayer y como hui como una tonta.

—Se me había olvidado decirte... ya sabes, después de lo de anoche —comienzo y frunzo el ceño— ¿Paolo no te ha dicho nada?

—No lo he visto —frunce el ceño— ¿Por qué?

—Ayer Luka se acercó a mí en el centro comercial, incluso... noquearon a Paolo —digo confundida.

— ¿Ese cabron se te acerco y Paolo no me dijo nada? —Gruñe y se pone de pie. También me pongo de pie y le pongo una mano en su brazo.

—Escucha, Paolo había ido a llevar las bolsas de mis compras y yo entre a comprarte el pastel —me detengo y él me escucha con atención— entonces llego él y comenzó a hablarme.

— ¿Qué te dijo? Y dime todo —se lo digo y veo como sus ojos se oscurecen ira, casi me arrepiento de habérselo dicho pero es lo mejor— ¡Ese puto ruso de mierda! Te juro que lo matare y... —se interrumpe— y también al imbécil de Paolo...

—No me hizo nada...

—Pudo haberlo hecho y el imbécil de Paolo en vez de llamarme y decirme va y se esconde como un puto niño. Es un soldado se le paga para protegerte.

— ¡No quiero que lo mates! No me paso nada y... Paolo es joven...

—No hay excusas —espeta duramente— toda su vida se le ha entrenado para eso.

—Por favor, no quiero que lo mates por... ese hombre.

—Tendrás nuevos soldados cuidándote y... ahora serán dos —niega— Paolo se va a quedar en la caseta con los demás en lo que busco que hacer con él, pero de cualquier manera obtendrá su castigo.

Suspiro.

—Solo quisiera que él me dejara tranquila.

—Te juro que no dejare que te haga daño —promete.

.

.

Dos semanas después...

—Jodida madre —murmuro molesta cuando me equivoco volviendo un completo desastre el gorro que estaba haciendo.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora