28.

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—Todo parece indicar que podemos remover las grapas ya. La cicatrización está resultando favorable —comenta Anika examinando mi vientre. Desvió la mirada suspirando porque todo esto solo me hace pensar más en la niña que salió de mí y aun no conozco ni su rostro— no te dolerá. Quizá te incomode un poco, pero no será doloroso —promete.

Con honestidad ni siquiera me importa si duele o no, dudo mucho que duela más de lo que duele estar lejos de mi niña. Ni siquiera sé que nombre ponerle... si es que Damián no le ha puesto uno.

—Ni siquiera un gesto hiciste, mujer fuerte —sonríe y la ver mi rostro suspira volviéndose su expresión una de pesar— sé que no quieres estar aquí, pero el señor siempre hace las cosas por algo. Es el mejor pakha que hemos tenido en años.

—Tú no entiendes —niego y ella me ayuda a sentarme.

—No discutiremos sobre esto —dice con firmeza y sonríe cambiando su voz a alegre— el señor ha dicho que podemos salir al jardín a que tomes el sol y que puedes moverte a tu gusto por la casa. Nadie te molestara. Aquí solo viven el señor Luka y Anton, por supuesto la hermana del señor Anton también anda por aquí —comenta— es una chica dulce.

Asiento y la dejo guiarme hacia el jardín. La casa es como un castillo antiguo y observo a varios soldados rusos alrededor; ninguno disimula su mirada sorprendida y otras de desagrado. Sin embargo, no hacen ningún comentario ni se acercan a mí.

—Allí esta —me señala y veo a una chica probablemente de mi edad sentada con un libro— vive con un libro donde quiera que va o con su celular.

—Hum —murmuro mirando a mí alrededor. Los muros son demasiado altos y con mi reciente cesárea dudo mucho de mi condición para escalar.

—Kira —la llama y regreso mi atención a ambas justo cuando la chica que luce más joven de lo que pensé nos observa. Me da una sonrisa— el señor Luka ha dado su autorización para que la señora pueda pasear por los jardines y ronde la casa; espero puedas ser tan amable para que conozca todo hasta que regrese el señor.

Kira sonríe.

—Claro, encantada —me sigue sonriendo con amabilidad, pero no consigo regresar el gesto.

—Bien, compórtate —la mira con advertencia antes de sonreírme e irse.

Kira inhala y mira alrededor.

—Bueno... ¿quieres... eh, no se...

— ¿Salir de aquí? Si —digo con dureza y ella da un paso hacia atrás. Ella no tiene la culpa de esta situación, pero tampoco estoy nada contenta con esto y solo deseo salir. No me interesa ser amable con nadie.

—Eh... bueno... Luka dijo que estabas aquí para protegerte... —juega con sus dedos.

Tomo asiento en la banca porque no soporto mucho estar de pie me canso muy rápido.

—Eso dice. Pero tengo una hija a la cual no conozco y no planeo permanecer sin hacer nada al respecto.

—Yo... no puedo ayudarte —musita en voz baja— lo siento.

Cierro mis ojos respirando hondo.

—Lo sé.

.

.

Kira me dio el recorrido por la mansión que en mi opinión es demasiado grande, vacía, fría y solitaria como para que una chica como ella viva aquí. El lugar que le tomo más tiempo enseñarme fue la biblioteca donde me señalo cada maldita sección.

Observe detenidamente cada espacio, pero no conseguí ver alguna pequeña esperanza de salir. Todo está protegido. Cada ventana firmemente cerrada con una increíble seguridad, además de cámaras por los pasillos y hombres merodeando alrededor.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora