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Un mes después...

Un mes.

Treinta y un días sin tener nada de nada con Damián aun cuando la tensión se sentía en cada rincón de la casa. Incluso más de una vez la pobre mujer de la cocina salió rápidamente en el momento en que Damián y yo compartimos espacio.

Lo peor es que estoy segura de que él sabe que paso algunas horas de la noche sin poder dormir por estar pensando en que quizá no sería mala idea dejarlo que me follara. Debe de ser muy divertido para él.

Hace una semana fue el cumpleaños de su mamá, pero solo le mande un mensaje felicitándola y creo que Damián hizo lo mismo o quizá la llamo. Ni idea, pero sé que le regalo algo de una joyería porque él mismo me lo dijo cuándo me preocupe porque no le había comprado nada a su madre.

Sacudo la cabeza y salgo de la habitación del bebe, que ya Nella y yo hemos terminado de pintar, solo falta que llegue la cuna y se arme para que ya este casi listo. Me sobresalto cuando Damián aparece en el pasillo mirando su celular y apenas y hace un gesto de reconcomiendo hacia mí.

—Ha nacido el niño de Matteo —me dice en cuanto bajamos las escaleras y vamos al comedor.

— ¿En serio? —Me emociono y anoto mentalmente comprarle algo y mandarlo aunque mis últimos días han sido estar encerrada debido al ruso.

—Si —Me muestra su celular con una foto del niño; tiene sus ojitos cerrados y el cabello oscuro como sus padres. No puedo decir a quien se parece— se llama Christian.

Sonrió.

— ¡Ya eres tío!

—Somos —me corrige y guarda su teléfono— mi mamá está en la luna de emocionada por tener de nuevo un bebe.

—Me imagino —me rio recordando lo emocionada que lucía con Stella y yo embarazadas tocando nuestros estómagos.

—El día que nazca el nuestro puedes apostar que estará aquí —sonríe y puedo jurar que quiere que su madre este aquí.

—Adoras a tu madre.

Inmediatamente se pone serio y encarna una ceja.

—Es mi madre.

—Relájate —ruedo los ojos— a mí me hubiera encantado conocer a mi mamá. No sé cómo se las arreglo mi padre para cuidarme durante esos primeros años antes de que llegara Adela.

—Tuviste un buen padre aunque últimamente sea un pendejo —frunzo el ceño porque me molesta demasiado que insulte a mi padre. Él rueda los ojos— hasta ahora ni ha hecho el intento de estar bien contigo. Debe superar esa mierda a fin de cuentas ya estamos casados.

—Le es difícil y también debe estar ocupado ahora que tiene más posibilidades de expansión. Tengo fe de que me volverá a hablar una vez nazca el bebe.

No dice nada, pero puedo ver que no cree una mierda eso, pero yo sí. Sé que mi padre eventualmente me perdonara.

.

.

Miro la linda foto que Stella me ha mandado de su bebe y sonrió enternecida. Apenas tiene dos semanas de nacido y luce enorme; definitivamente como su papá porque ella no lo es.

Nella y Sara sonríen también a la fotografía.

—No puedo creer que tu hijo o hija vaya a ser primo de nuestro futuro capo —se ríe Nella de repente— mierda, si es niño será lugarteniente de aquí. Mis futuros hijos le responderán a tu hijo —abre su boca y ruedo los ojos.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora