11.

988 65 16
                                    

Los siguientes días se vive una tensión en mi casa. Mi padre no me dirige la palabra, ni siquiera me mira y Adela... bueno, Adela me mira como si yo estuviera a punto de romperme. No está del todo alejada de la realidad, pero su mirada solo me hace sentir más miserable.

Tengo ya días cenando más tarde con el fin de no encontrarme cara a cara con mi papá. No sé cuánto tiempo más se soporte esto, pero estoy evitando a toda costa que estalle.

Recojo mi cabello en una cola de caballo mientras arrastrando los pies abro la puerta que no deja de sonar. Adela ha salido al supermercado y solo estoy yo, se siente bien esta soledad excepto cuando alguien no deja de tocar el timbre.

—Hola —la mujer frente a mí me da una sonrisa entusiasta, pero mi estómago cae cuando veo a la rubia al lado de ella.

Parpadeo mirándolas a ambas confundida y un poco asustada de la rubia; se quién es: la madre de Damián. Y confirmo que Damián y Marco, físicamente, heredaron absolutamente todo de ella.

—Hola —termino por decir causando una sonrisa avergonzada en Stella.

—Sé que no nos esperabas, pero... bueno, quisimos venir para comenzar a ver todo lo de la boda. Solo quedan tres semanas y en pocos días es navidad, así que todo estará vuelto un desastre —se gira hacia la mujer a su lado— ella es Gianna, la madre de Damián.

Ella da un paso hacia mí sin perder su sonrisa.

—Tenía muchas ganas de conocerte, Marena.

—Yo... eh, igualmente —murmuro y sacudo mi cabeza haciéndome a un lado— por favor, pasen —ellas entran a mi casa mirando todo con curiosidad. Estrecho mis ojos dándome cuenta que sigo en mi pijama— disculpen mis fachas, pero... no esperaba visitas.

La señora Gianna se gira hacia a mí con una sonrisa suave.

—No te preocupes. Probablemente no te has de sentir tan bien ahora mismo.

—Si... han sido días difíciles —carraspeo— iré a cambiarme y en un momento regreso. Tomen asiento, ¿Quieren algo de beber en lo que vuelvo?

—Estamos bien —dice y ambas se sientan.

Me apresuro a mi habitación y escojo la primera ropa decente que encuentro. Todo me sigue quedando bien así que no hay problema en eso; peino un poco mejor la cola de caballo que me hice para que deje de verse descuidada y limpio mi rostro. No me apetece maquillarme ni un poco.

Diez minutos después vuelvo a la sala donde ambas siguen sentadas hojeando una revista. Stella es la primera en verme y sonríe.

—Hemos traído revistas para darnos ideas.

—Gracias —les sonrió y tomo asiento frente a ellas.

—Ha sido muy sorpresivo esto, la verdad —comenta la señora Gianna y me mira con una suave sonrisa— el siguiente año seré abuela por partida doble. Estoy tan emocionada. El próximo año promete cosas buenas por lo visto.

Miro hacia Stella percatándome de la barriga que tiene. Ni siquiera me di cuenta el día de la cena por estar tan asustada, pero ahora la miro. Ella capta mi mirada y sonríe.

—Nuestros hijos nacerán el mismo año, espero sean amigos. Aunque, por supuesto, será un poco difícil porque Damián tomara el puesto de lugarteniente en Washington.

—No había pensado en eso...

Ni siquiera había pensado en el hecho de que al casarme con Damián me iré lejos de Chicago. Dios, Nella... mi padre, Adela, mi hermanito... será tan difícil estar sola en una ciudad tan lejana.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora