18.

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Chillo emocionada mientras abrazo con fuerza a Nella. La he extrañado tanto todo este tiempo.

Mañana es el día de su boda y me he venido antes que Damián porque él aún tiene cosas que hacer y probablemente llegue hasta mañana por la mañana. Por un momento, pensé que me diría que no vendría, pero me sorprendió hace una semana al decirme que sí.

—Te he extrañado tanto y, ¡Ya tienes pancita! —Me dice emocionada y me invita a sentarme— podemos hablar cómodamente. Mi papá esta con el tuyo y Raul se fue con ellos. ¡Tienes que contarme todo sobre tu mes de matrimonio!

—Casi dos —la corrijo— y... no ha pasado mucho la verdad. Quiero decir, hemos peleado bastante en este tiempo, pero últimamente desde que hizo ese viaje de tres días a Filadelfia hace dos semanas ya no hemos peleado.

—Uy, y de seguro mantiene tu vagina bien entretenido —mueve sus cejas y abro mis ojos antes de reírme.

—Cállate.

—Tienes que contarme —hace un mohín— estoy nerviosa por esa noche...

— ¿Tu, nerviosa? Oh, Dios mío —Dramatizo hasta que se ríe, pero esta sonrojada.

—Estúpida. ¿Duele?

Mi mente regresa al momento en que pasó lo que paso con Damián y no recuerdo demasiado el dolor; estaba tan desesperada. Tenía muchos nervios, sí, pero no por la penetración si no porque después de hacerlo se viera tan evidente lo que había hecho. Después me di cuenta que nada cambia.

—A mí no me dolió mucho. Sí, me sentí incomoda al principio porque... bueno, Nella algo entra en tu partecita de mujer... —me da una mirada en blanco. Se está molestando así que decido dejarla en paz— no puedo asegurarte que no te va a doler porque cada cuerpo es diferente, pero no dolerá demasiado. Tendría que ser un animal Danilo como para lastimarte y dudo que lo haga. Se ve que te adora.

—Me adora, si —presume y ruedo los ojos— me emociona mucho que ambas nos casemos al mismo tiempo. Solo falta que me embarace y tengo ganas solo para que nuestros bebes sean amigos...

—Tomate las cosas con calma, enferma.

Se ríe y me lanza un cojín a la cara.

— ¿Te quedaras donde tu papa?

—No —suspiro— será en el antiguo pent-house de Damián. Hay algo que tengo que contarte.

— ¿Qué? —Se acerca rápidamente.

—Hace dos semanas un hombre en un restaurante del centro comercial me mando una rebana de pastel con una nota de amor, por asi decirlo.

— ¡Dios mío!

—A los dos días, justo Damián llegaba esa misma noche, me llego un paquete. Yo creía que era algo de Adela, pero no, era un conejo pequeño y una nota —tomo aire— no puedes llamarla aterradora, pero... la verdad a mi si me asusto.

— ¿Ya le dijiste a Damián?

—No ha vuelto a mandar nada y ni se quién es. Ya hace dos semanas que no hay nada sobre él, creo que no es algo relevante.

Frunce un poco su ceño pensativa.

—Deberías decirle... quizá sea lo mejor, aparte de que lo hará valorarte más.

—Si me llega algo más, que lo dudo, entonces le diré. Mientras tanto, no le veo lo necesario. No sé nada de ese hombre.

Durante el resto de la tarde la pasamos poniéndonos al día y la ayudo con la ropa que llevara para su breve viaje de luna de miel. La extrañaba tanto a ella y sus comentarios tontos.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora