14.

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Damián Vitale

Paso la mano por mi cabello de forma que deje de fastidiarme. Debería cortarlo, pero siento que se me ve demasiado bien.

Matteo entra la estúpida habitación que la diseñadora ha dejado como estudio sintiéndome malditamente incomodo en el asiento recordando como mi padre se la vivía en él y solo nos llamaba para estar fastidiando. Matteo y Marco son más del estilo de estar en un estudio, yo no.

—Mira —me muestra su teléfono y veo la noticia de mi boda— oficialmente fuera del mercado.

Hago un puchero porque el bastardo está haciendo justo lo que yo le hice a él días antes de que se casara.

—Vaya mierda, mis enamoradas deben de tener su corazón roto. Quizá debería ir a consolarlas...

Se deja caer en la silla y sonríe. Es mi hermano, pero es hasta para mi es extraño que el maldito sonría.

—No conozco demasiado a Marena, pero se evaluar a la gente y —niega con su cabeza— siento que si te llega a atrapar con alguna mujer te va a ir mal. Creo que ella es la indicada para ponerte una puta correa.

—Que Stella tenga tus bolas en sus manos no quiere decir que Marena también tendrá las mías —respondo incomodo por el simple hecho de que empiece a pensar mierdas como esas— no somos iguales. Voy a darle el crédito de ser la única mujer que me ha abofeteado y no una, sino dos o tres veces, pero no llega a más.

—Stella no tiene mis bolas...

—No, no, tienes razón, ella tiene algo mucho más peligroso: tu corazón —sonrió cuando no me dice nada— ¿Qué diría padre de esto?

—Tú deberías saber la respuesta.

—Él la hubiera asesinado ya —asiento y permanecemos en silencio. Vuelvo la vista a los papeles antes de volver a hablar— Voy a...

—Tu no tuviste la culpa —me interrumpe y frunzo el ceño sin saber a qué se refiere— de esas mujeres. Y no te odio ni te culpo. Eres mi hermano —se encoje de hombros.

Me tenso inmediatamente. Mierda, no quiero hablar de eso. No ahora, no hoy. Apenas estoy superando que me he casado y que en pocos meses voy a tener un bebe cagon a mi alrededor; no puedo con más.

— ¿Tenemos que hablar de eso ahora, Matteo? Dime que las hormonas de embarazada no son contagiosas o estoy jodido —murmuro desesperado porque olvide el tema.

—Me quede pensando en ello desde hace semanas cuando lo mencionaste —dice ignorando mi comentario de las hormonas— sé que no podías hacer realmente nada aparte de seguir las ordenes de nuestro jodido padre, al igual que sé que no eres como él.

—Si.

—Créeme tampoco me gusta hablar de esto, pero supongo que te lo debo —En realidad no... pero el continua— somos hermanos Damián; nuestra madre siempre nos crio de forma que cuidáramos de nosotros. Y lo he intentado, no sé si he tenido éxito.

—Recuerdo que siempre recibías las palizas que iban para Marquito. Sé que conmigo no fue muy necesario...

—Si hubiera podido evitarte matar a esas mujeres, lo hubiera hecho.

—Gracias —murmuro. Mierda, esto es demasiado— las hormonas definitivamente están haciendo algo contigo.

Rueda los ojos.

—Ya te habías tardado en ser un imbécil.

—Entre Marena y tu van a terminar por generarme un trauma de tanto que me lo dicen.

DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora