♔︎ 𝐌𝐞𝐧𝐬𝐚𝐣𝐞 𝐲 𝐝𝐢𝐬𝐩𝐮𝐭𝐚 ♔︎

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Al amanecer, Luciarys caminaba con paso tranquilo por el sendero empedrado que rodeaba el castillo, con una mano acariciando suavemente su vientre

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Al amanecer, Luciarys caminaba con paso tranquilo por el sendero empedrado que rodeaba el castillo, con una mano acariciando suavemente su vientre. El aire frío del Valle soplaba alrededor, despejando sus pensamientos y al mismo tiempo, llenándolos de nuevas preocupaciones. Los restos dispersos de huesos de animales, desgastados y a medio enterrarse en el suelo, parecían un ominoso recordatorio de la posible presencia de un dragón salvaje en la zona, que podía estar acechando más cerca de lo que habían imaginado.

Mientras continuaba, su mente vagaba hacia Rhaena, su prima aún perdida. El peso de aquella búsqueda inacabada la inquietaba profundamente, y las preguntas sin respuesta aumentaban la ansiedad que sentía por la seguridad de los príncipes y de sí misma. Su deber hacia ellos se sentía cada vez más claro, pero también más desafiante, una carga en la que no podía permitirse ningún error. En un lugar tan incierto y rodeado de aliados en los que no podía confiar plenamente, el peligro parecía estar acechando en cada rincón de aquellas tierras desconocidas.

En ese momento, un guardia de la Casa Arryn, con una expresión tensa en el rostro, se acercó a ella apresuradamente. Luciarys lo miró, percibiendo en su postura una mezcla de urgencia y precaución. Sin necesidad de palabras, sintió cómo la incertidumbre crecía en su interior.

—Princesa, ha llegado un cuervo de Dragonstone. Parece ser del príncipe Jacaerys —informó, con el rostro tenso. Luciarys sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Con el corazón acelerado, apresuró su regreso al castillo. Otro guardia le entregó el pergamino, y al tomarlo con manos temblorosas, escuchó un grito de Viserys II, desde el segundo piso, que la hizo detenerse. Guardó el mensaje y subió las escaleras rápidamente hacia al pequeño salón donde pasaban el rato por las mañanas, los príncipes targaryen.

Al entrar, encontró a los príncipes en el suelo: Aegon III lloraba, mientras Viserys II estaba de brazos cruzados, claramente disgustado. Luciarys suspiró, sintiendo un alivio momentáneo al ver que solo habían peleado. Con una sonrisa, se agachó junto a ellos.

—¿Qué sucede, mis príncipes? —preguntó con tono suave.

Aegon, entre sollozos, le explicó la disputa. Tras calmar a ambos, Luciarys tomó en brazos a Viserys y lo llevó junto a una ventana. Mientras él aún seguía con los brazos cruzados claramente disgustado con su hermano mayor. Ella sacó el pergamino nuevamente, deslizándolo ante sus ojos. A medida que leía las palabras de Jacaerys, su expresión se endureció; el mensaje, aunque breve, estaba cargado de preocupación.

Sin mostrar demasiada emoción, dejó el pergamino a un lado y volvió su atención a Viserys. Con un tono dulce, pero firme, le dijo:

—Viserys, algún día entenderás que en este mundo el vínculo entre hermanos es lo más sagrado. Tu hermano Aegon es tu aliado más cercano; en tiempos de guerra, a él podrás confiarle tu vida.

El pequeño escuchó atentamente, asintiendo en silencio y recostando su cabecita en el pecho de Luciarys, quien acarició su espalda con ternura. Sin embargo, al mirar hacia el sendero para entrar al formidable castillo, notó movimiento en la distancia. Un ejército pequeño, con las enseñas de los Hightower, al parecer no sabían sobre la llegada de Luciarys y su dragona Eirax, con pasos firmes soldados con armaduras acercaron sus cañones listos para el ataque, apuntaban directo a donde estaba la princesa. De pronto los gritos de los guardias resonaron por los pasillos, alertando de la inminente amenaza.

Luciarys sintió el miedo y la adrenalina llenar su pecho. Instintivamente, envolvió a Viserys II en sus brazos y se apartó de la ventana justo cuando una explosión retumbó. Los cristales se hicieron añicos, y ella cayó al suelo, protegiendo al pequeño con su cuerpo. Un profundo estruendo reverberó en la sala, y el polvo cubrió la estancia mientras Luciarys permanecía inmóvil, abrazando a Viserys con fuerza.

Permaneció inmóvil por unos segundos, sus brazos rodeando a Viserys II mientras el polvo se asentaba, cada latido de su corazón resonando como un tambor en sus oídos. Al reaccionar, levantó la cabeza y vio a Aegon III, encogido en un rincón, los ojos llenos de terror mientras se cubría los oídos. Luciarys se acercó a él apresuradamente, lo abrazó con fuerza y le preguntó:

—¿¡Estás bien Aegon?!

El niño asintió tembloroso, y, reuniendo todas sus fuerzas, Luciarys lo alzó junto a Viserys II, protegiéndolos con su cuerpo, mientras caminaba con paso firme hacia la salida del salón, buscando llevarlos a un lugar seguro.

En medio de la tensión, mientras el eco de la explosión aún retumbaba en el castillo, la joven princesa avanzaba, su mente repleta de preguntas y temores. ¿Qué significaba este ataque? ¿Qué se avecinaba para ellos?  Luciarys cargando a los pequeños príncipes hacia la incertidumbre, el peligro acechando en cada sombra y recordando su promesa de proteger a Valle.

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༄𝐋𝐔𝐂𝐈𝐀𝐑𝐘𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍༄ 𝐻𝑂𝑇𝐷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora