La neblina de la mañana envolvía la fortaleza ancestral de los Targaryen mientras el barco de la princesa Rhaenyra se acercaba a la costa de Dragonstone. Las oscuras piedras volcánicas de la isla se alzaban imponentes, como un reflejo sombrío del linaje que las había reclamado desde tiempos antiguos. Los dragones volaban en círculos sobre la fortaleza, sus rugidos resonaban en el aire, anunciando la llegada de sus jinetes.
Luciarys, aún afectada por la conversación con su padre durante el viaje, observaba la imponente estructura desde la proa. Era la primera vez en mucho tiempo que regresaba a la isla, y aunque Dragonstone representaba el poder de su casa, en ese momento, lo único que sentía era el peso de las expectativas y las tensiones que habían surgido recientemente.
Cuando el barco atracó, Daemon fue el primero en descender, seguido por Rhaenyra, Lucerys Velaryon, Rhaena y Luciarys Taragaryen. El ambiente en la isla era más frío de lo habitual, o tal vez solo lo parecía así debido a las tensiones no resueltas. Luciarys se detuvo por un instante en el muelle, dejando que el viento salado del mar despeinara su cabello. Un recuerdo breve de Helaena pasó por su mente, pero lo ahogó rápidamente. Ya había dejado esa parte de su vida atrás, o al menos, intentaba convencerse de ello.
-Ven,-dijo Lucerys, que había notado su pausa, su voz cargada de preocupación disfrazada de impaciencia. Él ya había bajado del barco y la esperaba en la pasarela. Luciarys asintió sin decir una palabra y lo siguió.
Al llegar a la fortaleza, Rhaenyra los recibió a todos con un aire solemne, como si llevara sobre sus hombros el peso de una responsabilidad mayor que la de ser madre. Miró a sus hijos y al resto de su comitiva antes de hablar.
-Dragonstone es nuestro hogar, nuestro refugio, pero también nuestra fortaleza,- dijo, su voz clara y resonante. -Aquí debemos prepararnos para lo que viene, lo que sea que el destino nos depare. No habrá tregua, no habrá descanso. Solo unidad... o la ruina.-
Luciarys observó a su madrastra, admirando su fortaleza y liderazgo, pero sintiendo una distancia creciente entre ellos. Era como si todos estuvieran trazando sus propios caminos, y el de ella se desdibujara en un mar de expectativas y promesas rotas.
Daemon se acercó a Rhaenyra, intercambiando una mirada significativa. Ambos entendían que los días de paz, si alguna vez realmente los hubo, estaban contados.
-Luciarys,- la voz de su madre cortó el aire, sacándola de sus pensamientos. -Acompáñame.-
Sin decir nada, Luciarys siguió a su madre hacia una sala apartada dentro de la fortaleza, donde las llamas de un brasero parpadeaban en las sombras. Una vez dentro, Rhaenyra se detuvo y la miró con esa mirada que siempre había llevado el peso de la realeza, pero también el amor de una madre.
-Estás más callada de lo usual, Lu...- Dijo Rhaenyra con suavidad, pero con un trasfondo de preocupación en su voz. -¿Te atormenta algo?-
Luciarys se tomó un momento para responder, sabiendo que sus pensamientos eran demasiado enredados y dolorosos como para explicarlos en simples palabras. Pero al estar sola con Nyra, sintió que debía sincerarse, aunque solo fuera un poco.
-He estado... reflexionando,- comenzó, eligiendo sus palabras con cuidado. -Sobre muchas cosas. Sobre nuestra familia, nuestro destino, y mi lugar en todo esto.-
Rhaenyra asintió, reconociendo el conflicto interno en su hijastra. -Eres una Targaryen, de eso no debes dudar nunca. Y tu lugar en esta familia es tan importante como el de cualquiera de tus medios hermanos. No te permitas pensar lo contrario.-
-Lo sé,- respondió Luciarys, aunque en su interior la inseguridad seguía latente. -Pero a veces... me pregunto si estoy destinada a seguir el camino que todos esperan de mí.-
Rhaenyra la miró con una mezcla de comprensión y firmeza. -Ninguno de nosotros tiene el lujo de elegir su destino por completo. Nacemos con deberes, y esos deberes son los que nos definen. No te dejaré caer en la tentación de dudar de tu fortaleza o de tu lugar. Lo que sea que te preocupe, lo enfrentarás como una verdadera Targaryen.-
Luciarys sostuvo la mirada de su madre, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía que su madre tenía razón, pero eso no hacía que la carga fuera más ligera. Antes de que pudiera responder, se escuchó un rugido fuerte que resonó por los muros de la fortaleza: uno de los dragones había aterrizado.
-Vermax,- murmuró Rhaenyra, reconociendo el sonido. -Jacaerys ha vuelto de su vuelo. Quizás deberías hablar con él, dejar que te ayude a aclarar tus pensamientos.-
Luciarys asintió, sabiendo que la conversación con su madrastra había llegado a su fin por el momento. Al salir de la sala, fue recibida por la brisa fría de Dragonstone. Vermax estaba posado no muy lejos, y Jacaerys bajaba de su montura. Al verla, se dirigió hacia ella, su expresión más suave de lo que había sido en las últimas horas.
-Luciarys,- la llamó mientras se acercaba a su prometida que vestía su típico vestido rojo. -Nyke jaelagon skoriot emagon issa-
"Me preguntaba dónde habías estado"-Estaba hablando con tu madre,- respondió ella, con una calma que enmascaraba la tormenta interna que aún rugía dentro de su corazón.
-¿Y te sientes mejor?- preguntó él, con un tono que indicaba que aún estaba preocupado por ella.
Luciarys lo miró a los ojos, esos ojos que habían sido testigos de tantos momentos compartidos. Lo amaba de una manera compleja, entrelazada con su sentido del deber y su lealtad a la familia, pero también cargada de los sentimientos encontrados que había dejado su despedida con Helaena.
-Creo que sí,- dijo finalmente, permitiendo que una pequeña sonrisa curvara sus labios, aunque no llegaba a sus ojos.
Jacaerys tomó su mano, una muestra de afecto silenciosa pero sincera. -Daorun nykēla lo jorepagon, vezof kessi īlon hāre, ¿daorun issa?-
"No importa lo que pase, siempre estaremos juntos, ¿no es así?"Luciarys apretó su mano suavemente, asintiendo. -Rytsas, Jace. Vezof hāre.-
"Sí, Jace. Siempre juntos"Pero mientras pronunciaba esas palabras, no podía evitar sentir que una parte de ella seguía atrapada en ese salón de la Fortaleza Roja, donde había dejado atrás algo más que un simple beso.
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༄𝐋𝐔𝐂𝐈𝐀𝐑𝐘𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍༄ 𝐻𝑂𝑇𝐷
Ficção CientíficaLuciarys Targaryen, hija de Daemon Targaryen y Lady Rhea Royce, quien regresa inesperadamente a Rocadragón tras 16 años de ausencia. Su llegada coincide con el funeral de Laena Velaryon, segunda esposa de su padre, lo que llena de sorpresa y tensión...