♔︎ 𝐂𝐨𝐧𝐟𝐥𝐢𝐜𝐭𝐨𝐬 ♔︎

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La sala se llenaba del sonido de copas que chocaban, conversaciones suaves, y la melodía que tocaba la pequeña banda en el fondo

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La sala se llenaba del sonido de copas que chocaban, conversaciones suaves, y la melodía que tocaba la pequeña banda en el fondo. Mientras Jacaerys y Helaena bailaban, los demás comensales empezaron a cenar, la tensión que había impregnado el ambiente al principio de la noche se disipaba lentamente. Por primera vez en mucho tiempo, la mesa del rey Viserys parecía estar llena de una paz frágil, como una tregua entre los bandos. Alicent sonreía tenuemente desde su lugar, mirando con alivio la cena que parecía haber unido a la familia, aunque fuese solo por un breve momento.

Sin embargo, la calma no duraría. De pronto, Viserys I comenzó a torcerse en su silla, su rostro contrayéndose en una mueca de dolor agudo. Alicent, alarmada, se levantó rápidamente y ordenó que lo retiraran para descansar. Los guardias acudieron a su lado y, con cuidado, empezaron a llevarlo fuera del salón. Todos se pusieron de pie en señal de respeto, observando con preocupación cómo su rey, cada vez más frágil, abandonaba el lugar.

El aire se volvió pesado una vez más cuando, poco después, una sirvienta depositó con cuidado un cerdo al horno frente a Aemond. La carne dorada y suculenta brillaba bajo la luz de las velas, pero lo que debía ser un simple plato en la cena pronto desataría un caos. Lucerys, sentado al otro extremo de la mesa, soltó una risa contenida, sus hombros sacudiéndose apenas. Era una broma interna que compartía con sus hermanos desde que eran niños. El recuerdo de la broma que le hicieron a Aemond Taragaryen, cuando le entregaron un cerdo con alas falsas como si fuera un dragón, resurgió en su mente.

Aemond, notando la risa de su sobrino, levantó la cabeza con una mirada oscura. Lentamente, con una ira contenida, se puso de pie y golpeó la mesa con el puño, haciendo que todos en la sala se voltearan a mirarlo. Jacaerys e Helaena se detuvieron en seco, interrumpiendo su baile. Un silencio tenso se instaló en la sala.

Aemond alzó su copa, y con una sonrisa fría, dijo en voz alta: -Un tributo final... por la salud de mis sobrinos. Jacaerys, Lucerys, y Joffrey. Atractivos, sabios... y, como su padre, fuertes.-

El comentario cayó como una bomba en la mesa. Todos sabían lo que quería decir, los rumores de que los hijos de Rhaenyra eran bastardos, descendientes de Harwin Strong, habían circulado por años. Las palabras de Aemond eran una provocación abierta, una acusación disfrazada de cumplido.

Jacaerys, enrojeciendo de rabia, dio un paso al frente, interrumpiendo el tenso silencio. -Te reto a que lo digas otra vez.- gruñó, su voz llena de amenaza.

Aemond sonrió con una calma inquietante y dijo con una indiferencia calculada: -¿Porque? Solo fue un cumplido...-

Ambos comenzaron a acercarse lentamente, como dos dragones listos para chocar. La tensión se palpaba en el aire. Luciarys se levantó de su asiento, observando con creciente temor cómo la situación se salía de control. Sabía que algo malo estaba por suceder.

Aemond, miró a Jacaerys directamente a los ojos y añadió con un tono sínico:

-¿Acaso no te consideras fuerte?- Fue la chispa que desató el fuego. En un arranque de furia, Jacaerys lanzó un golpe directo al rostro de Aemond, haciéndolo retroceder.

༄𝐋𝐔𝐂𝐈𝐀𝐑𝐘𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍༄ 𝐻𝑂𝑇𝐷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora