♔︎ 𝐈𝐫𝐚 𝐲 𝐕𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧𝐳𝐚 ♔︎

339 44 1
                                    

El Gran Salón de Dragonstone se encontraba en un inquietante silencio, roto solo por el crepitar de las antorchas y el lejano rugir de las olas contra las rocas

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El Gran Salón de Dragonstone se encontraba en un inquietante silencio, roto solo por el crepitar de las antorchas y el lejano rugir de las olas contra las rocas. Rhaenyra estaba de pie junto a la gran mesa de guerra, una representación detallada de los Siete Reinos extendida ante ella. Su rostro estaba tenso, sus manos apoyadas en el borde de la mesa, mientras sus ojos repasaban las posiciones marcadas con figurillas de madera. A su lado, Luciarys, con una expresión igualmente grave, observaba los movimientos estratégicos que discutían.

—Si Ser Criston marcha hacia el este, necesitará cruzar el Mander en algún punto —dijo Rhaenyra, su voz firme pero cargada de preocupación—. Podríamos bloquear los puentes o tender una emboscada en los bosques cercanos. Debemos cortar sus suministros antes de que se unan con el ejército de los Lannister.

Luciarys asintió, aunque en su mente las palabras de su abuela resonaban con fuerza. La imagen de Rhaenys montando a Meleys, lista para la batalla, no dejaba de rondarle. El peso de la incertidumbre la mantenía inquieta.

—Pero, Nyra —intervino Luciarys, con la voz algo temblorosa—, ¿qué haremos si los dragones de Aegon y Aemond vuelan directo hacia nosotros? El tiempo no está a nuestro favor.

Antes de que Rhaenyra pudiera responder, las enormes puertas del salón se abrieron de golpe. Un guardia real, con el rostro desencajado y sudor frío en la frente, entró apresuradamente, haciendo una reverencia profunda.

—Mi reina, traigo noticias urgentes de la batalla —dijo el guardia, su voz vacilante.

El salón quedó en un silencio sepulcral. El corazón de Luciarys comenzó a latir con fuerza, como si su cuerpo ya supiera lo que estaba a punto de escuchar. Rhaenyra dio un paso adelante, su mirada fija en el guardia.

—Habla —ordenó, con un tono que no admitía demora—. ¿Qué ha sucedido?

El guardia tragó saliva, claramente angustiado por lo que estaba a punto de decir.

—Rhaenys Targaryen, la Reina que Nunca Fue… ha caído en batalla. Meleys ha sido asesinada por Vhagar. Los hombres de Aegon II han cortado la cabeza de la dragona y la están exhibiendo en King’s Landing. El castillo de nuestro aliado… —el guardia dudó, viendo el horror dibujarse en los rostros de ambas mujeres—…fue destruido y hicieron que se doblegaran ante Aemond.

El impacto fue como un puñal directo al corazón. Luciarys sintió que todo a su alrededor se desvanecía por un momento. Rhaenys, la indomable, la guerrera… su familiar, había caído. La furia y el dolor se mezclaron en su interior, pero mantuvo la compostura por fuera, aunque lágrimas silenciosas comenzaban a rodar por su rostro.

—¿Dónde está su cuerpo? —dijo, casi en un susurro, pero con una intensidad que helaba el aire.

El guardia negó con la cabeza, evitando el contacto visual.

—No lo sabemos, mi princesa. Solo han encontrado los restos de Meleys.

El silencio que siguió fue desgarrador. Rhaenyra estaba paralizada, su rostro pálido como el mármol, mientras Luciarys trataba de procesar la magnitud de lo que había escuchado. De repente, la furia contenida explotó en su interior. Dio media vuelta sin decir una palabra más, y salió corriendo del salón, sus pisadas resonando en las paredes de piedra.

༄𝐋𝐔𝐂𝐈𝐀𝐑𝐘𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍༄ 𝐻𝑂𝑇𝐷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora