♔︎ 𝐍𝐨𝐜𝐡𝐞 𝐝𝐞 𝐁𝐨𝐝𝐚𝐬 ♔︎

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La luna se encontraba en lo más alto del cielo cuando Jacaerys y Luciarys finalmente se encontraron solos en sus aposentos

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La luna se encontraba en lo más alto del cielo cuando Jacaerys y Luciarys finalmente se encontraron solos en sus aposentos. El suave resplandor lunar se filtraba por los ventanales de la habitación, bañando el lugar con una luz fría que contrastaba con la calidez de las velas dispuestas a lo largo del cuarto. El fuego de la chimenea chisporroteaba suavemente, proyectando sombras danzantes sobre las paredes de piedra, como si Dragonstone quisiera ser testigo de lo que estaba a punto de ocurrir.

Luciarys, aún con su vestido de seda real, permanecía de pie junto a la cama, su mirada fija en el fuego mientras intentaba reunir sus pensamientos. Jacaerys, que se había quitado la capa y las piezas más pesadas de su traje, se acercó lentamente, sus pasos amortiguados por las gruesas alfombras. Se detuvo a un par de pasos de ella, observando su perfil. Había una serenidad en ella, una quietud que él admiraba profundamente, y al mismo tiempo, podía ver el peso de la responsabilidad y el dolor reflejado en sus ojos.

—Luciarys...—la llamó suavemente, su voz apenas un susurro—. Esta noche no quiero que te incomodes o que sea un deber para tí.

Ella giró lentamente para enfrentarlo, y por un momento, los dos se quedaron en silencio, simplemente observándose, como si intentaran desentrañar los secretos que el otro ocultaba.

—Lo sé, Jace —respondió finalmente, con una voz que era suave pero firme, casi como si estuviera tratando de convencerse a sí misma tanto como a él—. La guerra no esperará por nosotros, la sangre que hemos perdido no esperará. Esta unión... este momento... es todo lo que podemos darnos antes de que la tormenta nos alcance.

Él se acercó un paso más, tomando su mano con delicadeza, como si temiera que pudiera romperse bajo su toque. Los dedos de Luciarys eran fríos al principio, pero a medida que los sostuvo, sintió cómo empezaban a calentarse, a responder al calor que él ofrecía.

—Entonces, que esta noche sea solo nuestra —dijo él, su tono más intenso, más decidido—. Que sea un momento en que olvidemos lo que nos espera afuera de estas paredes. Al menos por un breve instante.

Sin decir más, Jacaerys la atrajo hacia él. Sintió cómo el cuerpo de Luciarys se tensaba al principio, como si aún estuviera luchando contra sus propios temores, pero poco a poco, fue relajándose en sus brazos, permitiendo que la calidez y la cercanía de su prometido la envolvieran. Sus manos, que habían estado tan frías y rígidas, ahora se aferraban a la tela de la camisa de Jacaerys, como si buscara algo en lo que anclarse.

Con movimientos lentos y llenos de cuidado, él comenzó a desatar los lazos de su vestido, dejando que la tela se deslizara suavemente por sus hombros. Ella cerró los ojos, confiando plenamente en él, dejando que la sensación de sus dedos acariciando su piel borrara, aunque fuera por un momento, el dolor que había sentido en las últimas semanas.

—Eres perfecta para mí, Luciarys...—murmuró él, y aunque las palabras eran simples, estaban cargadas de sinceridad. Había una reverencia en su voz, como si estuviera contemplando algo sagrado.

༄𝐋𝐔𝐂𝐈𝐀𝐑𝐘𝐒 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍༄ 𝐻𝑂𝑇𝐷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora