XXVII - Vacío

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Minho

Vaya, qué cosas. Es un hecho que la gente drogada tiende a comportarse de formas impredecibles: o se ponen violentos, o se sienten demasiado felices, o se encienden como un fuego. Yo nunca había visto a Han en ese estado. Me asusté un poco; No era la primera vez que lidiaba con esto (digo, una vez se puso hot), pero la intensidad de la situación me golpeó un poco. Cuando me habló, sus palabras me hirieron más de lo que esperaba. No es fácil ver a alguien que amas caer en ese tipo de comportamiento y, aun así, me dolió lo que dijo.

Pero bueno, está bien. No puedo olvidar que no estaba en sus cinco sentidos. No estoy diciendo que eso justifique sus acciones, pero tengo que reconocer que su estado afectó lo que salió de su boca. Todos tenemos momentos en los que no estamos nosotros mismos, ya veces las palabras son como balas, disparadas sin pensar.

Decidí llevarlo a mi departamento. No me gusta la idea de dejarlo solo después de lo que pasó; me preocupa su bienestar más de lo que puedo expresar. Cuando me dijo que quería irse a casa, pero no a su casa, me hizo sentir un nudo en el estómago. Sabía que estaba luchando con algo más profundo que solo el efecto de la droga. Su hogar, el dice que no se la historia, pero claro que me se todo, ya me la conto.

Al llegar a mi lugar, el silencio que se instaló fue denso y pesado. Yo estaba cansado, agotado emocionalmente por la tira y afloja de esta noche, pero aún así, no podía dejar de preocuparme por él. Tenía que encontrar la manera de acercarme a Han, de ayudarle a salir de esa oscuridad, incluso si eso significaba soportar su ira. Era mi responsabilidad, sí, pero también era mi deseo, mi amor por él, lo que me mantenía al lado de este caos.

-Te sientes mejor?- le pregunto, mientras lo miro acostado en mi sillón, hecho una bolita. Es un poco difícil no sentir ternura al verlo así, vulnerable. Aunque hace apenas media hora casi me dice hasta de que me voy a morir, aquí está, reducido a un simple montón de emociones.

Mi chico...

-Por qué... ¿por qué me tienes tanta paciencia?- su voz sale quebrada, como si cada palabra fuera un esfuerzo monumental.

-Me importas más de lo que puedo expresar, no te dejaría solo- le respondo, sintiendo una mezcla de frustración y amor. Es malditamente cierto, todo de el, todo, me dejo llevar completamente por él, con todo y sus problemas.

- ¿Cómo le haces para soportar a alguien como yo?- dice, y puedo ver que se tapa la cara con las manos. Siempre hace eso cuando llora, como si pudiera ocultar su dolor del mundo.

Me siento al lado de él. Sonará raro, pero quiero sentirlo cerca, quiero comprender cada cosa que lo tormenta. Así que me acerco un poco más, buscando ese vínculo que siempre ha estado ahí, incluso en los momentos más oscuros.

-No eres difícil, tienes tus momentos, como todos- comienzo, sin mirarlo directamente. No sé si es lo que quiere escuchar, pero es la verdad. Todos tenemos nuestros días malos, nuestras batallas internas.

Él se sienta, pero se deja caer sobre mí, su cabeza en mis muslos. Siento el peso de su tristeza, y aunque quisiera quitarle ese dolor, también sé que a veces necesita pasar por esto.

-He aprendido mucho por ti, Han, no dejaré de hacerlo- le digo, acariciando con cuidado su cabeza, sintiendo la suavidad de su pelo entre mis dedos. Es un gesto sencillo, pero en este momento, se siente monumental.

-¿No te asusta?- me pregunta de nuevo, y me doy cuenta de que no puedo decirle que sí, aunque en el fondo, lo es un poco. No es necesario cargarlo con más ansiedad.

-¿Asustar? Eres divino, siempre lo serás, aunque no estés en tus cinco sentidos. Ojo, no estoy diciendo que eso esté bien-aclaro, intentando encontrar el equilibrio entre la honestidad y el consuelo.

Aprendiendo a amar [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora