Han
Admito que el hecho de que nadie me haya dicho nada o, al menos, que no me hayan invitado a lo que sea que hayan hecho, me hizo sentir realmente mal. Es como si me hubieran dejado fuera de algo importante, y eso me duele más de lo que me gustaría aceptar.
Que yo recuerde, no les hice nada que pudiera justificar esta exclusión. Tal vez simplemente no me quieren ver, y esas son las cosas que pasan en la vida, aunque no debería dolerme tanto. A veces pienso que podría ser un castigo por no ser lo suficientemente interesante, o por no encajar del todo en su grupo. La inseguridad se asienta en mi pecho como un peso, y no puedo evitar preguntarme qué podría haber hecho para estar incluido.
Aunque claro, él me dijo que sí quiere verme, lo que debería ser un consuelo, pero eso no evita que me la pase sobre pensando el por qué no me enteré de nada. Mi mente, como siempre, no puede quedarse quieta; Tiene que darle mil vueltas a la misma mínima tontería, buscando respuestas en lugares donde probablemente no las hay. Como si hubiera un rompecabezas que sólo yo no puedo resolver, y eso me frustra aún más.
Pero bueno, en vez de seguir pudriéndome el cerebro con teorías de conspiración sobre qué hice mal, mejor me enfoco en lo que sí tengo que hacer. Es hora de dejar atrás esta neblina de inseguridad y dar un paso al frente.
Vestirme.
Parece que me arrollo un camión, que ahorita no me vendría mal, digo es que hasta mi pelo se ve mal.
Con resignación, me arrastro fuera de la cama y me dirijo a cambiarme. Nada complicado: pantalón holgado, un cinturón discreto y cualquier suéter que no huela a depresión o a la semana pasada.
Un intento fallido de arreglar mi pelo, me lavo los dientes, agarro el celular, los audífonos, y vámonos.
Mientras camino hacia su ensayo, no puedo dejar de analizar ese mensaje en específico: «Tal vez ellos no te quieren ver, pero yo sí». Cualquiera que me vea pasar seguro nota la sonrisa de idiota en mi cara. Es que, ¿por qué me emociona tanto?
Intento auto convencerme de que lo dijo solo por decir, que no debería hacerme ilusiones. Pero claro, aquí estoy, yo todo pendejo, ilusionándome con la mínima cosa.
Después de caminar, llego a la casa de Chan, donde siempre hacen los ensayos. Ya estaba a punto de abrir la puerta, pero, de repente, una duda me invade como un golpe inesperado. Si no me dijeron nada del ensayo... ¿debería estar aquí? Ni siquiera Jeongin, que siempre me avisa de todo, mencionó algo al respecto. Así que yo vuelvo a suponer que si no me invitaron fue por algo.
Me quedo parado frente a la puerta, mirando el pomo como si tuviera todas las respuestas. Es raro, ¿no? Entrar así, sin que te inviten. Mi mente empieza a hacer su trabajo: tal vez ya no me soportan.
Después de unos minutos de debatirme entre huir o quedarme, respiro hondo y me rindo ante la incertidumbre. No queda de otra. Meto la mano en el bolsillo, saco el celular y busco el contacto de Minho, decidido a llamarle, Él sabrá qué hacer, o eso supongo..
.
Minho
Los chicos están tardando más de lo normal. A algún menso se le rompió una cuerda y ahora andan revolviendo todo el cuarto en busca de una cuerda de bajo de repuesto. No es la primera vez que pasó, y estoy seguro de que tampoco será la última. A veces me pregunto si realmente son capaces de cuidarse solos o si siempre necesitan que alguien les eche una mano. Pero bueno, a mí me da igual; Esto solo me da más tiempo para esperar a que llegue Han. Seguro que anda con alguna excusa extraña en la cabeza para retrasarse. Tal vez pensó que no sería bienvenido o que preferiría estar en otro lugar. Su forma de pensar a veces es un verdadero enigma.
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Aprendiendo a amar [Minsung]
عشوائي«Creo que es lo que pasa cuando de verdad quieres a alguien, solo...cambias» En el momento menos esperado, dos almas perdidas se topan, Jisung, atrapado en su propio dolor y luchando por simplemente sobrevivir a su vida, se cruza con Minho, quien...